En el retrato me interesa la mirada de quien fotografío, expresa Rogelio Cuéllar (Ciudad de México, 1950). Un cúmulo de miradas confronta al espectador desde la portada de El rostro de las letras, nombre con que el fotógrafo ha bautizado su agenda literaria 2019, presentada la noche del jueves 13 en la Fundación Elena Poniatowska.

Cuestionan, retan, aunque también sonríen, las miradas intensas de Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Luis Cardoza y Aragón, Rosario Castellanos, Margo Glantz, María Luisa Puga, Fernando Benítez, entre otros. Suman 52 imágenes incluidas en la agenda, una iniciativa de Juan Carlos Oliver, el mismo que, con un equipo de siete, digitalizó los 10 mil negativos relativos a 250 escritores para la página de Cuéllar en Internet, y Joseph Muñiz del grupo Tigsa. El diseño es de María Luisa Passarge.

La publicación de la agenda literaria forma parte de un proyecto para celebrar en 2019 el medio siglo de Cuéllar como retratista. La idea es hacer varias exposiciones y editar tres o cuatro libros, todos con el trabajo del retratista para festejarlo en grande, apunta Passarge. En su calidad de directora de La Cabra Ediciones quiere sacar El rostro de la plástica que sería el complemento de El rostro de las letras, libro publicado en 2013, apunta el entrevistado. El actual, agrega, es un proyecto hecho, sólo necesitamos un coeditor. Si de escritores se contabilizaron 80 mil negativos de blanco y negro, de artistas plásticos son el doble.

A Passarge le interesa mucho publicar un libro de las fotografías de Cuéllar en torno al paisaje urbano y rural porque de eso no se conoce nada. Bueno, sobre el tema se publicó el libro Huellas de una presencia y se realizó alguna exposición. El fotógrafo se conoce más como retratista y por su trabajo de desnudo. La editora reconoce que estos nuevos libros significarían echarse un clavado en el archivo de Rogelio porque, además, sigue fotografiando todos los días, no sólo hace retratos sino trabaja en la calle. Tiene allí un cajón de secretos y sorpresas, asegura.

Sobre las fotografías seleccionadas para la agenda, tratamos de que no fueran las clásicas de Rogelio, aunque hay muchísimas de las muy conocidas, dice Passarge. Hay muchas querencias y ausencias, apunta Cuéllar al detener la vista en una imagen de un David Huerta de cabello largo y guitarra a lado, así como en la de María Luisa La China Mendoza.

Había un hueco en la serie que Cuéllar procura llenar: el de los escritores en lenguas originarias. En la agenda se incluyen fotos de Hubert Matiuwaa y Natalia Toledo.

En la presentación, Cuéllar manifestó su preocupación por el destino de su obra fotográfica y la posibilidad de que eventualmente salga del país: Quiero que en México compren mis archivos, ya que contribuyen a enriquecer la memoria histórica.

La inquietud de Cuéllar fue retomada por Felipe Haro, director general de la Fundación Elena Poniatowska, quien propuso organizar para el año entrante actividades sobre el tema. Anunció que en marzo el fotógrafo impartirá un taller dentro de los festejos por su medio siglo como retratista.