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Chiapas Sembrando reflexión y valores Ulises Contreras Cortés Facultad de Ciencias Sociales, UNACH [email protected]
¿Es lo mismo seguridad que soberanía alimentaria?”, ésta fue una pregunta realizada hace dos años por un estudiante a quien le impartí la asignatura de sociología rural. Como todo académico, mi explicación se enfocó en mostrar cifras que evidenciaban la importación de alimentos de diferentes países, la respuesta sólo consideraba la seguridad alimentaria. Este cuestionamiento me condujo a pensar una forma más didáctica para explicar conceptos que implican procesos amplios y complejos, y que estuvieran orientados a la soberanía alimentaria, que era el punto principal a donde deseaba conducir mi reflexión. En la Facultad de Ciencias Sociales, que pertenece al Campus III de la Universidad Autónoma de Chiapas, se imparte la maestría en desarrollo local y cuatro licenciaturas: antropología, economía, historia y sociología. En esta última se inició el proyecto del “Huerto Universitario”, en septiembre de 2015 con tres docentes: las maestras Berenice Villafuerte, Patricia Gómez y Ulises Contreras. Los tres maestros pensamos en vincular los contenidos académicos de nuestras respectivas asignaturas con el trabajo práctico del huerto y hacer un ejercicio sobre el cual nos planteamos las preguntas siguientes: ¿Cuáles son las implicaciones socioeconómicas de que cada familia produzca sus propios alimentos? ¿Cómo se puede construir un modelo adaptado a pequeños espacios? ¿Cómo orientar a los estudiantes para ser más respetuosos con la naturaleza? Pero, sobre todo, resultaba fundamental el cambio de percepción hacia las plantas, pasar de pensar sólo en tener un beneficio utilitario a considerarlas como parte de la vida misma. En el primer espacio ocupado por el huerto decidimos sembrar hortalizas orgánicas, fueron apenas 10 m2. La cosecha fue compartida con el equipo de “Laboratorio de la Vida” de El Colegio de la Frontera Sur en el cierre de actividades del semestre 2015. A principios de 2016, junto con los estudiantes, se acordaron dos actividades esenciales: el diseño de figuras como trenes y carretillas, que mostraban un lado más lúdico del huerto, y la elaboración de maceteros. La idea era construir huertos verticales y ubicarlos en lugares estratégicos, a fin de incrementar los espacios verdes, porque los de cemento, son, en la facultad, la gran mayoría. Sin embargo, los trabajos del huerto fueron interrumpidos a mediados de 2016, porque en el sitio que ocupábamos se pondría el estacionamiento; por lo tanto, nuevamente tuvimos que movernos de lugar.
El cambio se analizó como un reto para la continuidad del proyecto: estaríamos en el jardín de enfrente de la facultad, espacio que permitiría empezar una campaña de difusión con la población local, que consistiría en poner nombres a las plantas para divulgar su nombre y regalar las producidas en el mismo huerto. Nuevamente en julio de 2017 se nos cambia de lugar y se nos da de forma “definitiva” un espacio ubicado en la parte de atrás de la facultad. En medio del desánimo, una “luz” iluminó el camino: el apoyo económico de parte del Fondo de Acción Solidaria, recurso que permitió comprar herramienta (que hasta entonces era prestada) y diseñar un sistema de captación de agua de lluvia. A partir de ese momento se potenciaron los esfuerzos y el espacio abandonado se transformó en un lugar en el que se intercalaron hortalizas y diferentes tipos de plantas medicinales, que se sembraron en figuras diseñadas a partir del aprendizaje de los estudiantes de una serie de talleres de permacultura impartidos por la organización civil “Agua y Vida”. Las actividades realizadas, la vinculación del huerto universitario con diversos actores y la gestión del proyecto posibilitaron reflexiones en diversos sentidos; aquí compartimos algunas de nuestras definiciones: Soberanía alimentaria. El abastecimiento de alimentos que cubra las necesidades de una población no es suficiente: es importante conocer quién y cómo los produce. Producir alimentos en pequeños espacios puede contribuir a la autosuficiencia alimentaria de las familias. Salud humana y ambiental. La decisión colectiva de producir plantas bajo un esquema orgánico, permite no impactar negativamente la salud humana y contribuye a promover una cultura de cuidado al ambiente. Abastecimiento de agua. La constante falta de agua en las instalaciones de la Facultad de Ciencias Sociales generó la propuesta de diseñar e instalar un sistema de captación de agua de lluvia que suministrara el vital líquido a las plantas sembradas en el huerto universitario. La idea fue contradictoria, porque en Chiapas, abunda el agua. Esta paradoja nos condujo a reflexionar sobre cómo las sociedades tenemos una fuerte dependencia del modelo político y social, debido a la falta de planeación y planificación que no considera como prioridad las necesidades humanas. Saberes. Las prácticas de estudiantes y maestros contribuyen a tener una relación de educación diferente a la tradicional. Se convive, se comparten y socializan emociones, conocimientos y perspectivas de forma horizontal, redundando individual y colectivamente en el crecimiento de todo el equipo del huerto universitario.
Gestión. Todo proyecto de índole social tiene sus puntos altos y bajos, situación de la cual los estudiantes formados en sociología deberán estar conscientes y no desanimarse en los momentos críticos. Los recursos económicos que ayudan al proceso, son sólo el medio que contribuyen para hacer acciones, y no el fin. Además, el establecimiento de alianzas con otras instituciones u organizaciones es clave para la sobrevivencia del proyecto. Replicar el modelo. Las experiencias socialmente exitosas deben ser replicadas, con los matices que exigen los contextos en donde se apliquen. Finalmente, el huerto universitario de la Facultad de Ciencias Sociales, con pocos años de experiencia, no sólo es un área de prácticas y aprendizajes relacionados con la biología, sociología, economía, antropología e historia, sino un espacio en el que se fomentan valores humanos como la solidaridad, el trabajo en equipo, se comparten conocimientos, respeto, amor a las plantas, pero sobre todo es un lugar en donde se siembran sueños.
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