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Un Tren Maya para los pueblos mayas
Adrián Flores Eredia Uno de los temas polémicos hoy en día, por sus impactos y pertinencia, es el Tren Maya, impulsado por el próximo gobierno como un proyecto estratégico regional para la Península de Yucatán. Este artículo pretende agregar algunos elementos a dicha discusión: La Península de Yucatán, que incluye a los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán, alberga en su territorio diversos ecosistemas: humedales, bosques de mangle, selvas tropicales medias y bajas, así como una enorme biodiversidad en insectos, aves, reptiles y mamíferos. Sus suelos, de roca caliza, impermeables e inundables, le dan una vocación natural para la forestaría tropical de manera predominante, con algunos lunares aptos para la agricultura. La península es el emblema de la gran cultura maya; sus monumentos y costas atraen a más de 13 millones de visitantes al año. La llamada Riviera Maya (corredor Cancún –Tulum) ha tenido un crecimiento exponencial en su capacidad de alojamiento; alcanza ya los 100 mil cuartos, la mayoría pertenecientes a grandes cadenas hoteleras, verdaderas recaudadoras de la renta turística. En contraste, la población trabajadora enfrenta condiciones de hacinamiento, inseguridad, subempleo o empleo mal remunerado, en ciudades como Cancún o Playa del Carmen, cuyo crecimiento demográfico paso de 15 mil habitantes en 1990 a más de 300 mil en el 2010. En la Península las áreas naturales protegidas más grandes como Calakmul, con 723,185 hectáreas y Sian Kaán, con 528,147 hectáreas, han sido decretado como Reservas de la Biósfera. Entre ambas reservas se perfila uno de los corredores biológicos más importantes del mundo: Sian Kaán–Calakmul–Balaan Kaax, cuyo macizo forestal proporciona servicios ambientales como la recarga de acuíferos, la captura de carbono y las barreras rompevientos para la contención de huracanes, entre otros. La población es diversa: además de los pueblos mayas conviven: choles, tzetzales, tojolabales, totonacos, nahuas, otomíes y tepehuas, entre otros, quienes, desde los años 70 fueron inducidos a colonizar este territorio que hoy alberga comunidades enteras provenientes de todo el país, incluidos indios, mestizos y menonitas. El impulso de políticas como el Programa Nacional de Desmontes y Repoblamiento del Sureste, orientadas a “producir hasta en los caminos”, trajo consigo la deforestación y la degradación de los suelos frágiles no aptos para la agricultura ni la ganadería, dando como resultado que hoy se encuentren muchas tierras abandonadas con suelos muy degradados. En años recientes avanza imparable la frontera agrícola. Por ejemplo, el cultivo de la caña de azúcar en el sur de Quintana Roo pasó de 19 mil hectáreas en el año 2000 a 35,000 para 2016. En Hopelchen y municipios aledaños en Campeche, el cultivo de soya transgénica y maíz híbrido registra un incremento extraordinario, alcanzando, en menos de 10 años, más de 50 mil hectáreas, teniendo como punta de lanza la proliferación de campamentos menonitas , la renta o compra de tierras ejidales a los mayas a precios irrisorios y la aplicación de paquetes tecnológicos auspiciados por Monsanto y los gobiernos federal y estatal, todo ello a costa de las selvas bajas y la apicultura, una de las actividades más importantes de la región. Ambos casos constituyen ejemplos de pérdida de biodiversidad, recursos naturales, expulsión de los mayas de sus territorios y la emisión de carbono por deforestación y degradación de los suelos y por el uso del fuego en la zafra cañera. En contraste, destaca el prestigio del que gozan sus pequeños productores forestales ejidales y sus organizaciones de forestaría comunitaria, que desde los años 80 han venido aprovechando sustentablemente sus recursos forestales maderables y no maderables. Maderas tropicales preciosas, duras y blandas, en rollo, aserrada y estufada, cajas para apicultura, muebles, pisos, puertas y ventanas, labrado de durmientes, palizada para palapas, pimienta gorda, latex de chicozapote para el chicle, manejo de fauna, miel convencional y miel melipona, carbón vegetal y ecoturismo son algunos de los productos y servicios que generan ingresos y empleos permanentes, temporales e indirectos gracias a la economía social forestal, que ha permitido que las selvas tropicales y las áreas forestales decretadas por los núcleos ejidales se mantengan. También resalta, la certificación por buen manejo forestal obtenida en los pasados tres años por los ejidos Nuevo Becal en Campeche y Noh-Bec, Petcacab, Caobas, y Tres Garantías, en Quintana Roo, de parte del FSC.
En este contexto, el Tren Maya constituye una gran oportunidad para generar derrama económica para las comunidades rurales y sus organizaciones del sector social forestal y agropecuario, por ejemplo, como proveedores del durmiente para las vías del ferrocarril que se tenderán en el perímetro peninsular de casi 1500 kilómetros de longitud. Hasta mediados de los años 90, organizaciones sociales, integradas por más de 60 ejidos forestales de la zona maya en los municipios de Felipe Carrillo Puerto y José María Morelos, en Quintaba Roo, producían y le vendían a Ferronales, más de 100 mil piezas anuales de durmientes para ferrocarril, elaborados a partir de las especies tropicales duras abundantes en la selva: chechén, pucte, jabín, zapote, machiche, catalox y tzalam. Estas organizaciones forestales contaron con capital semilla aportado por el FONAES, para operar un fondo revolvente que daba el anticipo a los ejidos y liquidaba contra la entrega de las piezas, reteniendo el capital básico para la siguiente temporada. Con la liquidación de Ferronales, la demanda cayó y la zona entró en una fase depresiva, relativamente paliada con la emergencia del Plan Piloto Chiclero (hoy Consorcio Chiclero), que inició sus actividades de extracción, acopio y exportación del latex de chicozapote, para elaborar el chicle natural, y que incorporó a más de 25 cooperativas. Actualmente, las selvas tropicales de esa región tienen un buen nivel de conservación, por lo que esos ejidos y sus organizaciones estarían en condiciones de dinamizar su economía con un acuerdo que considerara cumplimiento estricto de los programas de manejo forestal; la incorporación del aserrío obligatorio; esquemas financieros de aportación de capital semilla y la posibilidad de una participación accionaria de los ejidatarios en la empresa operadora del Tren Maya. Adicionalmente, en otros segmentos del perímetro del Tren Maya (Tulum-Bacalar, Nicolás Bravo-Xpujil-Constitución) existen organizaciones de pequeños productores dedicadas al ecoturismo, con posibilidades de ofrecer servicios a los visitantes movidos por el tren, lo cual traería recursos a las comunidades. Un problema que se ha comentado es el posible impacto ambiental en la zona núcleo de Calakmul, sin embargo, esa sección de la Reserva está atravesada por la carretera federal Escárcega –Chetumal. Por ello, es necesario que el nuevo gobierno se asegure de que se realicen todos los estudios y requerimientos que establece la LGEEPA y otras leyes, a fin de cumplir con todas las salvaguardas ambientales. Es pertinente llevar a cabo consultas con organizaciones, ONG, instituciones de educación superior para consensar el diseño y ubicación de los pasos de la fauna, cuyo transito natural se ha interrumpido por las carreteras construidas en los pasados 20 años. En este contexto, es válido plantear la posibilidad de construir en la Ciudad de Escárcega, Campeche, una Terminal Multimodal de contenedores de carga, cuyo desfogue y arrastre en el Tren Maya de carga bajaría los costos de traslado y reduciría el tráfico de automotores pesados. Es necesario considerar que en el tramo Escárcega- Xpujil-Nicolás Bravo- Chetumal, el transporte comunitario es complejo para la gente, por lo que es indispensable considerar que el tren tenga paradas en Ucum, Nicolás Bravo, Xpujil, X-Conchas y Constitución, entre otras localidades. La creación de un sistema de captación de recursos económicos permanente es otra oportunidad que brinda el proyecto, lo cual permitiría crear un Fondo Comunitario de Proyectos, administrado en un Fideicomiso Público, que impulse proyectos productivos agro-forestales comunitarios, como el enriquecimiento de acahuales, plantaciones maderables y cultivos frutales de corto plazo, ello con una retención básica de, por ejemplo, 10 diez pesos de cada boleto del expreso de lujo.
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