Viernes 14 de diciembre de 2018, p. a15
El mexiquense Emmanuel Vaquero Navarrete, nuevo campeón del mundo de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) en peso supergallo, pensó en el significado de pelear en el Madison Square Garden, considerado la catedral del boxeo. Sabía que por ese recinto de Manhattan, en Nueva York, desfilaron boxeadores míticos, como Muhammad Ali, Sugar Ray Robinson o Joe Frazier. Pero no quiso dejarse impresionar; estaba seguro que era fácil deslumbrarse si perdía concentración. Siguió pensando en lo que tenía que hacer.
Lo único que debía ocupar su mente, entonces, era en vencer al infatigable ghanés Isaac Dgoboe, monarca mundial supergallo de la OMB, el sábado pasado.
Tiene tanta tradición el Madison, que puede parecer imponente, deslumbrante
, cuenta a su regreso a México; para un mexicano no es lo mismo pelear en Los Ángeles o en Las Vegas, que en Nueva York, y eso puede afectar la confianza
.
Los mexicanos que pelean en Los Ángeles, principalmente, pero cada vez más en Las Vegas, suelen decir que sienten estar en casa. La multitud de connacionales les hace sentir confianza y apoyo, por lo que no pierden seguridad. En Nueva York es distinto –considera Navarrete–, sobre todo en un recinto donde se encumbraron las leyendas del boxeo estadunidense.
Y lo que tenía que hacer, lo hizo. El Vaquero venció por decisión unánime a Dogboe, quien fue castigado con habilidad por el mexicano, quien le asestó arriba y abajo, donde menos esperaba el africano. Al bajar del cuadrilátero, Dogboe estaba lastimado del rostro.
Le pegué mucho, sabía que iba a lastimarlo tarde o temprano
, comenta Navarrete; porque pego fuerte y encajé varios golpes, sabía que lo dejaría mal
.
Algunos medios anunciaron la sorpresa del mexicano
. Vaquero desecha la expresión; lo que hizo –asegura– no tiene nada de sorprendente; es el resultado de una carrera constante y el trabajo con disciplina marcial.
Tal vez hubo quien se sorprendió, porque no me conocía
, dice; para mí no hubo sorpresa, porque desde que llegué iba con la convicción de que regresaría a México como nuevo campeón del mundo
.
Por eso no se dejó cegar por la magia del Madison, porque sólo tenía espacio para imaginar lo que sucedería al volver a su pueblo, San Juan Zitlaltepec, en Zumpango, estado de México. Una localidad con menos de 20 mil habitantes.
Soy de un pueblillo
, dice sin menosprecio; somos pocos habitantes, pero vivo cerca del centro, donde hay un gimnasio para entrenar; tengo la Laguna de Zumpango para correr y hacer cardio; un cerro para entrenar con altura. No puedo quejarme. Me gustaría que otros siguieran mis pasos. Mi pueblo ya tiene un campeón del mundo
, dice feliz.