El libro El dolor de Acteal: una revisión histórica, 1997-2014 es, ante todo, un homenaje a las 45 personas asesinadas en esa localidad de Chiapas el 22 de diciembre de 1997, definió su autora, Mónica Uribe.

‘‘En términos personales es una especie de ex voto, porque yo sí sobreviví y esas personas no. Creo que viví para contar, tuve cáncer y la libré. Tenía entonces que hacer algo porque sigo con vida. Es un homenaje a los que no pudieron”, refirió.

Durante la presentación de esa obra, efectuada en la Fundación Elena Poniatowska Amor, la politóloga y especialista en asuntos religiosos sostuvo que busca probar que sí hay una estrategia detrás de todas las acciones en Chiapas y que el ex presidente Ernesto Zedillo tuvo responsabilidad directa en ese genocidio.

‘‘No era posible seguir con la idea de que Ernesto Zedillo había sido factor en la pacificación de Chiapas, cuando fue justamente lo contrario”, opinó.

Según el periodista Luis Hernández Navarro, la matanza de Acteal es un crimen de lesa humanidad perpetrado por el Estado mexicano en el que la justicia no ha llegado, los responsables siguen sin castigo y no se ha esclarecido la verdad.

El coordinador de Opinión de La Jornada, en un texto leído por Miguel Ángel Romero Miranda, consideró que el libro de Mónica Uribe provoca un fuerte impacto emocional, a pesar de ser una obra que utiliza con rigor las herramientas de la sociología de la religión, la historia, la antropología y la ciencia política.

‘‘Para analizar lo sucedido en Acteal, la autora recurre a fuentes documentales casi desconocidas o sólo parcialmente utilizadas. Entre otras, se encuentran la demanda civil que un grupo de 11 víctimas puso –en contra de la opinión de Las Abejas– en una corte de Estados Unidos en contra del ex presidente Ernesto Zedillo. Se le acusa de ‘responsabilidad de mando’, por ordenar, participar y conspirar en una asociación delictuosa para ejecutar la matanza de Acteal y por su posterior encubrimiento.”

Hernández Navarro subrayó que El dolor de Acteal descarta, a partir de una copiosa documentación, que la matanza haya tenido una matriz religiosa y concluye: ‘‘Ernesto Zedillo es el responsable último”.

Para el economista y sociólogo Bernardo Barranco, colaborador de La Jornada, ese libro publicado por Ediciones Eón, es ‘‘un no al olvido y un sí a la memoria”, un planteamiento para que hechos como aquél no vuelvan a ocurrir en el país.

‘‘Mónica trata de recrear, a través de mucha pulcritud, quiénes son los responsables de la masacre, cómo se hizo, en qué condiciones y contexto se dio, cuál era el entorno político, religioso, cultural y hasta ideológico, todo el tema del racismo, el desprecio que tenemos los mexicanos criollos o mestizos por este universo indígena”, explicó.

‘‘La memoria es señalar responsabilidades y reprochar los silencios. A través de la memoria, la autora exhibe las complicidades, que van desde actores políticos centrales de la época, pero también de intelectuales.

‘‘Hay muchos intelectuales que están aquí, pero no sólo ellos, los religiosos están también aquí. La Iglesia católica en ese momento estaba profundamente fragmentada”, concluyó.