ecientemente la Comisión Nacional del Mercado de Valores de España multó con 30 mil euros a Josep Borrell, ministro de Asuntos Exteriores de ese país.

El motivo: en 2015 usó información privilegiada para vender las acciones que tenía en la empresa Abengoa, antes de que su valor cayera en la Bolsa. Borrell era entonces consejero de esa multinacional energética.

Días antes, en un acto celebrado en la Universidad Complutense de Madrid, el ministro afirmó que ‘‘Estados Unidos tiene muy poca historia detrás. Nacieron a la independencia prácticamente sin historia, lo único que había hecho era matar a cuatro indios’’.

Aunque el señor Borrell lamentó haber mini-mizado el genocidio que el hombre blanco cometió contra los nativos de Estados Unidos, fue un buen motivo para que en el vecino país más voces exijan contar bien la historia de ese triste acontecimiento.

Por su parte, Pablo Casado, líder del derechista Partido Popular español, sostiene que el ‘‘descubrimiento’’ de América por Cristobal Colón el 12 de octubre de 1492, es ‘‘el hito más importante de la humanidad’’. En pocas palabras, con el arribo del hombre blanco comienza la historia de nuestro continente.

Bien distinto piensan los pueblos originarios, que han comenzado a desaparecer estatuas y otros recordatorios del navegante genovés, al que señalan como iniciador del genocidio y la esclavitud.

La estatua de Colón que había en Los Ángeles la quitaron por acuerdo del ayuntamiento de esa ciudad. Y otra en el Bronx de Nueva York fue decapitada. El 12 de octubre, ya no es en muchas ciudades el Día de Colón o de la ‘‘Hispanidad’’, sino el de los pueblos indígenas.

En paralelo, destacados especialistas de varios países, revisan la historia que las potencias europeas escribieron de su llegada a América. Y aumentan los estudios sobre la evolución de los pueblos originarios, su cosmovisión, sistemas de gobierno y cultura. No eran los ‘‘salvajes’’ que había que incorporar a la civilización.