Un cura, un sepulturero y una prostituta, en condiciones de extrema pobreza y hambrientos, discuten hasta llegar a la crueldad y la desesperanza sobre la posibilidad de ingerir un poco de comida que encontraron de manera fortuita en un plato.

Entre argumentos religiosos, moralistas, éticos e intereses individuales, los tres personajes de la obra Los satisfechos, dirigida por Miguel Ángel Flores, representan –en un ambiente sórdido y desolado– las necesidades personales, la ideología y la complejidad de sobrevivir en condiciones de miseria.

En la última función de la temporada de la obra de Raúl Cortés, que se realizó la noche del sábado en el Foro el Albergue del Arte, protagonizada por actores de la compañía Tadeco Teatro, se escucharon lamentos y gritos ante la impotencia, sonidos combinados con la inminente aparición de la muerte.

El enterrador, Piernavieja (Margarita Hernández), y el sacerdote, Trampatojo (Juan Carlos Cuéllar), escuchan a Enjuta (Nadia Ivett), la prostituta, quien expresa: Soy un árbol que echa raíces en cada recuerdo, una patria en cada uno de ellos... qué me queda si olvido.

La comida hallada es el botín o el tesoro que arrastra a la tercia a la cólera, nostalgia o depresión ante la mínima posibilidad de llevarse algo al estómago.

Flores, también director artístico del colectivo independiente, explicó: la obra es un texto dramático estético, casi poético.

Los satisfechos es una obra que enamora, porque es una gran poesía que trata sobre la estética de la crueldad, la desdicha y la desesperanza. El autor hace alusión a la Guerra Civil española, así como a la Primera y Segunda Guerras Mundiales. Coloca a tres personajes que padecen infortunios, hambre y miseria.

En la trama los tres encuentran un poco de comida y empieza la lucha entre lo ético. La obra podría terminar a los dos minutos cuando hallan el plato, pero no, el texto dramático se desarrolla en cómo deciden y discuten si deben comer o no.

Héroes en medio de la desesperanza

Esta historia, de humor negro, muestra que a pesar de la desesperanza hay una esperanza, se habla del trabajo en equipo y los personajes al final son héroes que provocan sonrisas.

Agregó: aborda la miseria, que a veces está en nuestra cabeza y otras veces es física, así como la igualdad. También esa lucha que tenemos los humanos con el debe ser, lo que la Iglesia que nos ha dicho que tendríamos que hacer y es la primera que no cumple con ello.

Los satisfechos tuvo 25 funciones en tres meses y prepara una nueva temporada para el siguiente el año, además de que se presentará en festivales de México y en recintos de Sudamérica.

El Foro el Albergue del Arte, sede de Tadeco, en Coyoacán, tuvo más de 200 funciones de teatro a lo largo del año y cerrará actividades el 15 de diciembre, con una programación que incluye diversas disciplinas.