En la FIL de Guadalajara, el escritor Sergio Ramírez critica ‘‘a las tiranías que matan a personas en la calle’’
Viernes 30 de noviembre de 2018, p. 5
Guadalajara, Jal., Nicaragua vive una nueva revolución, una lucha sin armas, en la cual los jóvenes se enfrentan a la dictadura de Daniel Ortega a pecho descubierto. Una revolución que nada tiene que ver con la revolución triunfante de 1979. ‘‘Las tiranías que matan jóvenes en la calle no pueden llamarse revolucionarias de ninguna manera”, dijo el escritor nicaragüense Sergio Ramírez, durante un diálogo con la presidenta del Pen Club-Nicaragua, Gioconda Belli, titulado Nicaragua hoy, efectuado en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
Dos de las voces más críticas de lo que ocurre en el país centroamericano hablando ante un auditorio lleno, con la intervención de moderador del escritor y catedrático mexicano Pedro Ángel Palou.
El premio Cervantes 2017 dijo: ‘‘El poder que existe en Nicaragua no tiene nada que ver con la revolución triunfante de 1979. Hay sectores de izquierda en América Latina que tienen el pudor de no condenar lo que ocurre en Nicaragua porque piensan que esto es algo que viene de la revolución” que destituyó a Anastasio Somoza.
‘‘Esto no viene de la revolución. Las tiranías que matan jóvenes en la calle no pueden llamarse revolucionarias de ninguna manera. Los jóvenes que hicieron la revolución en 1979 fueron inspirados por ideales muy puros, fueron a entregar sus vidas por los mismos ideales que estos muchachos de ahora, que no están armados, que han estado dispuestos a entregar sus vidas.”
Rebelión como la de 1979
Para Sergio Ramírez, los jóvenes que salen a las calles son los nietos de la revolución de 1979. ‘‘Esta otra revolución, porque es otra revolución, también la están haciendo jóvenes. Me siento afortunado de que cuando fui joven fui protagonista de una revolución y hoy, como si no fuera suficiente, puedo ser testigo de otra revolución. Es un privilegio que no todo el mundo tiene. Hay muchos que mueren sin haber visto una revolución en sus vidas y yo estoy viendo dos”.
La autora nicaragüense Gioconda Belli explicó que es importante tener en cuenta la dimensión de la revuelta en Nicaragua. ‘‘No fue una rebelión de pocas personas ni un asunto de pequeños grupos como ha querido dar a creer la dictadura, sino una reacción absolutamente al unísono de todo el pueblo de Nicaragua. Hubo una especie de insurrección de la conciencia porque realmente lo que se había venido acumulando en el corazón de la gente eran estos atropellos constantes a nuestra Constitución, a nuestra libertad, a las instituciones”.
El pasado 18 de abril vimos morir a 23 muchachos. ‘‘El desconcierto, la rabia, fue lo que creó ese volcán” de lucha contra Ortega.
Ese día ‘‘comenzó en Nicaragua una insurrección juvenil que arrastra al resto de otro segmento de la población y es una rebelión juvenil, como la de 1979. Son dos generaciones distintas empeñadas en el mismo fin: restablecer la democracia y la libertad en Nicaragua, con una diferencia fundamental; la de 1978-79, que derrocó a la dictadura de Somoza, lo hizo mediante la lucha armada”, añadió Sergio Ramírez.
‘‘Hoy en Nicaragua se da otra insurrección pero desarmada, nadie nunca ha planteado la opción de una guerra civil, de una lucha armada para restablecer la libertad y la democracia. Esto quiero subrayar porque la propaganda oficial habla de un golpe de Estado, de acciones terroristas, golpistas; lo que hay es una lucha desarmada, a pecho descubierto y por eso a la hora en que se hace la contabilidad de los muertos, la inmensa mayoría de las personas caídas, los jóvenes que han caído en las calles, son completamente desarmados, inermes.”
Ramírez dijo que ‘‘si en Nicaragua se logra un cambio por la vía pacífica, de la resistencia civil como la que comenzó el 18 de abril de este año habremos abierto las puertas de una solución distinta para el país, en la cual sería posible restablecer las instituciones, o establecerlas porque casi nunca han existido. Los tiranos han podido tirarlas de un plumazo porque así es. Necesitamos construir instituciones fuertes, que defiendan a la democracia y que no dependan de la voluntad de personas.
‘‘Cuando en la historia de Nicaragua demos la vuelta a la tortilla y logremos que las instituciones tengan más fuerza que las personas habremos comenzado a resolver el problema de la democracia, a la que todo el mundo aspira. No ha sido una lucha de banderas políticas, nadie ha planteado programas ideológicos, partidarios, ha sido una lucha unánime por el restablecimiento de la libertad y la democracia; es necesario dejarlo establecido como algo real y que ha guiado la lucha todos estos meses.”