Sector industrial, en el suelo // Urge política que lo impulse
l sueño de industrializar a México y convertirlo en potencia latinoamericana y una de las principales del planeta terminó en pesadilla, tras el drástico giro en política económica a partir de Miguel de la Madrid.
A estas alturas el sector industrial mexicano depende en grado sumo del exterior y el producto interno bruto sectorial a duras penas acumula un crecimiento de 0.1 por ciento en el último bienio (el cual, dicho sea de paso, corresponde al periodo en que la administración saliente prometió máximo avance, como producto de las reformas estructurales), resultante de una caída de 0.3 por ciento en 2017 y un brinquito de 0.5 por ciento entre enero y septiembre de 2018.
Como bien apunta el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes, uno de los motores estratégicos de la economía es el sector industrial. Desafortunadamente, durante los pasados 12 años la industria mexicana no ha recibido la atención adecuada por parte de la política económica: su crecimiento promedio no supera 0.5 por ciento anual, y a diferencia de lo que ocurre en Asia, Europa o EstadosUnidos, la industria en México sigue subordinada a la lógica del comercio exterior o a criterios de ajuste fiscal; no se le ve como el pilar del crecimiento y desarrollo económico y social que tiene en aquellas latitudes.
Por ello, no se puede perder de vista que el crecimiento de 0.5 por ciento registrado en septiembre pasado (última información disponible) es apenas un incremento marginal que puede ser sofocado en el último trimestre de 2018. Los ciclos industriales exhiben en su mayoría una recuperación y tendencia al alza, pero aún en niveles bajos que no dan certeza de una fortaleza que permita esperar un cambio vigoroso en todos los subsectores: la minería continúa con una caída acumulada de 4.8 por ciento, arrastrado por el subsector de petróleo y gas con una pérdida de 6 por ciento hasta el noveno mes del presente año.
Estos resultados son evidencia de una deficiencia estructural que impide una aceleración en el sector, amén de la falta de una política industrial que estimule el desarrollo y progreso del conglomerado de empresas que dan vida al sector secundario en México, lo que a todas luces debilita la posibilidad de mejores logros. De ahí la necesidad de recuperar y ejecutar una política industrial que permita incrementar la cadena de valor, que resulte en mayor valor agregado y, a su vez, más crecimiento económico.
También es visible la disparidad existente entre las diversas regiones del país en cuanto a su desempeño industrial. Al analizar el comportamiento del crecimiento durante el sexenio (diciembre 2012-julio de 2018), se puede identificar a los ganadores y perdedores del periodo, de acuerdo con la existencia o no de una mejora en los componentes industriales de cada entidad federativa.
En tal sentido, el principal ganador es Baja California Sur, con un crecimiento de 127 por ciento de diciembre de 2012 a julio de 2018, estimulado por el sector de la construcción. Le siguen Aguascalientes, con avance de 46 por ciento; Querétaro, 41; Puebla, 40.6; Baja California, 40.4, y Guanajuato, 39.
En sentido contrario, Chiapas reporta un desplome de 34 por ciento, con lo que regresa a niveles similares de 2008, y Tabasco y Campeche, con una caída de 30 por ciento. Así, esta tercia exhibe la destrucción de una tercera parte del acervo en el sector, capital, inversión y empleo.
Las rebanadas del pastel
De plano, no tiene remedio: Enrique Peña Nieto, por recomendación de su sensei de Malinalco, Luis Videgaray, impondrá la Orden del Águila Azteca a Jared Kushner, yerno y asesor de Donald Trump. Con esta se despide en la cumbre del G-20, que a final de mes se desarrollará en Buenos Aires, Argentina, donde lo único trascendental es la final Boca-River, que se ha convertido en un culebrón.
Twitter: @cafevega