Rusia/ Ucrania/ mar de Azov
usia y Ucrania –que se distanciaron de modo casi irreversible desde la anexión de Crimea hace cuatro años y el subsiguiente comienzo de la guerra fratricida en el este ucranio, la cual suma ya más de 10 mil muertos–, lejos de dar pasos para facilitar un arreglo político del conflicto están empeñados en convertir el mar de Azov en un nuevo escenario de confrontación.
De un tiempo para acá, el aumento de los registros de barcos, la retención de tripulaciones y demás componentes del forcejeo por controlar las vías marítimas en este mar interior entre ambos países –donde Ucrania tiene dos importantes puertos, Mariupol y Berdiansk, y al que se puede acceder sólo por el estrecho de Kerch desde el mar Negro–, es motivo de constantes acusaciones recíprocas.
Kiev, Bruselas y Washington –en resumen– insisten en responsabilizar a Moscú de militarizar el mar de Azov, entorpecer ahí la libre navegación, afectar los intereses de Ucrania y violar el derecho del mar.
De su lado, Rusia asegura que este foco de tensión surgió de manera artificial, dado que el estatus del mar de Azov, a partir de que se disolvió la Unión Soviética, no se rige por la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar de 1982, sino por convenios bilaterales ruso-ucranios.
Al respecto el viceministro de Relaciones Exteriores, Grigori Karasin, aseguró este viernes, en una extensa entrevista al diario Kommersant, que el tema de Azov se utiliza sólo para atacar a Rusia y como pretexto para endurecer las sanciones contra nuestro país
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Rusia, subrayó Karasin, no tiene ninguna intención de cerrar el paso por el estrecho de Kerch a los buques mercantes y pesqueros de Ucrania y de otros países, como tampoco planea instalar una base militar en el mar de Azov.
En respuesta a que Rusia retiene sin justificación durante varios días a los barcos de otros países, demoras que ocasionan un gasto adicional para las navieras, el funcionario de la Cancillería rusa afirmó que 90 por ciento de las mil 500 inspecciones, entre abril y octubre de este año, duraron menos de tres horas y justificó los 103 casos de registros en alta mar ante el riesgo que emana de la Asamblea de los tártaros de Crimea y los nacionalistas ucranios, los cuales no ocultan su intención de realizar un atentado contra el puente de Kerch que une la península de Crimea con Krasnodar.