Sábado 24 de noviembre de 2018, p. a12
En los estantes de novedades discográficas esplende un ejemplo notable de caída y renacimiento, ortho y declinación, paraíso perdido y recobrado: After the fall, el nuevo disco de Keith Jarrett, con el sello alemán ECM.
Después de intensas sesiones de trabajo, luego de exigirse demasiado, el organismo del pianista exigió catarsis y Keith Jarrett quedó postrado dos años por un padecimiento conocido como ‘‘El síndrome de quien se sienta a observar colibríes”, en términos médicos: ‘‘Síndrome de fatiga crónica”, enfermedad incapacitante por tanto estrés.
El disco After the fall es el relato de su recuperación, un canto a la vida, su regreso a escena.
Keith Jarrett nos dice, con hechos, desde el piano, cómo recuperó el toque.
El creador del concepto ‘‘improvisación” dotado de alcances filosóficos, artísticos y existenciales, el autor del celebérrimo/celebrado/celebratorio Concierto en Colonia/ Köln Concert, continuó esa veta dorada durante años, que lo trajo a México en dos ocasiones, en distintas fechas (Sala Nezahualcóyotl, Palacio de Bellas Artes; como no hay casualidades, el autor del Disquero acaba de encontrar sus boletos de esos conciertos, entre montones de textos sobre música) y es sabido que Jarrett acostumbra grabar toooodas esas sesiones de improvisación que duran entre media hora y 43 minutos o más y, cuando decide publicarlos, cada uno de esos discos se titula con el nombre de la ciudad donde ocurrió tal gesta.
Entre el 23 y el 30 de octubre de 1996 emprendió un tour de force: cuatro conciertos casi consecutivos en cuatro ciudades italianas: Ferrara, Módena, Torino, Génova y le quedaron tan chidos que decidió publicarlos en una caja con cuatro discos con el título Una multitud de ángeles.
El esfuerzo lo dejó viendo colibríes dos años, en casa, enfermo.
Pero nunca estuvo solo. Activaba el piano, ideaba, seguía trabajando, aunque despacito.
Hasta que un buen día decidió decirle al mundo: heme aquí, de nuevo.
Renovado, grabó el disco, hace exactamente 20 años, en noviembre. Y es su decisión que sea ahora novedad discográfica.
La decisión es importante porque todos sabemos de lo prácticamente exagerado que es Keith Jarrett en su rigor a la hora de publicar, luego de ser muy riguroso y exigente consigo mismo a la hora de sentarse a crear.
Y no se equivocó. De inmediato, los críticos de mayor prestigio lo reciben hoy, 20 años después, como ‘‘el mejor disco de Keith Jarrett con su trío de standars”.
Y ese es otro motivo de celebración: ese trío cumple, también este noviembre, 35 años de creado.
Desde entonces, es ciencia aplicar el principio metodológico que creó Julio Cortázar: si Keith Jarrett está al piano, es porque Jack DeJohnette está a la batería y Gary Peacock en el contrabajo. Jazzología, ciencia deductiva.
Ese conjunto es conocido como ‘‘el trío de standars de Keith Jarrett”.
Sabido que ‘‘standars” no significa lo que equivocadamente muchos se apresuran a denominar ‘‘covers” ni ‘‘versiones”. De hecho, Keith Jarrett es el creador del renovado concepto ‘‘standars” como un anhelo artístico logrado.
Para Keith Jarrett, ‘‘standars” es ritual, criba, indagación, rigor, mucho rigor metodológico para lograr libertad, autonomía, placer.
En Disqueros anteriores hemos glosado los alcances ensayísticos de Keith Jarrett respecto del arte de la improvisación, otra de sus invenciones varias. Sus textos corresponden fielmente a su sonido.
Eso, Keith Jarrett es creador de sonido.
Tres compases bastan para que el escucha sepa que es Keith Jarrett quien está frente al teclado cuando suena un disco del que no vimos su portada. Dos compases son suficientes para que el escucha se percate que es el ‘‘Trío de Standars de Keith Jarrett” el que activa al coro, a la multitud de ángeles que cantan.
Ese es el efecto que logra Keith Jarrett en el disco que ahora nos ocupa.
After the fall no solamente es unejemplo de entereza, determinación,sabiduría, evolución como persona. Lo que asombra también es que en este disco se percibe con claridad pasmosa el sonido Keith Jarrett al piano solo y el sonido Keith Jarrett en trío.
Fascinación.
After the fall es un álbum doble cuyo primer tomo contiene cuatro obras y el segundo ocho, con predominancia de bebop. Determinación inteligente: el trajín bebop no obliga a concentración tan profunda como las piezas lentas.
Sin embargo, la obra más hermosa de este disco, After the fall, es la bellísima ejecución en prosa poética pasmosamente lenta que da por concluido el álbum para iniciar nuevo ciclo.
Cíclicas, las amplias reflexiones de este ejercicio de saber vivir, After the fall, están preñadas de alegría, la visión puesta hacia adelante, el corazón pensante, la materia gris palpitando.
Keith Jarrett creó su Trío histórico, con Gary Peacock y Jack DeJohnette, con la clara intención de investigar, reflexionar, crear arte a partir del concepto ‘‘standars”, tan minusvalorado, y lo dotó de energía vibrátil siguiendo el mismo procedimiento que siguió Bob Dylan luego de la tetralogía que dio origen a la serie de discoscon la que consiguió el Premio Nobel de Literatura, cuyo jurado dijo claramente en el acta del fallo: ‘‘por contribuir a la cultura popular revalorando el tesoro lírico de la poesía estadunidense”.
Ese tesoro lírico, que los catedráticos denominan The Great American Songbook, lo convirtió Keith Jarrett con su Trío en una catedral que contiene catedrales donde la ‘‘multitud de ángeles” canta a coro y es que en eso consiste el arte de la melodía, objetivo central del Proyecto Trío de Standars: cultivar la melodía como semilla de catedrales.
Sabido es que la melodía es uno de los componentes básicos de la música. Los otros: ritmo, armonía, se complementan con otro par que solía restringirse a la música de concierto hasta que Keith Jarrett lo devolvió a su origen: la gente común, y estos elementos son la armonía y el contrapunto. Más elementos, mayor magia, complejidad para dotar de sencillez, añade Jarrett: timbre, concepto muy sofisticado que tiene que ver con alturas (de sonido) y, otra vez, ritmo. El retorno.
La etimología griega del término musical ‘‘melodía” es: ‘‘canto coral”.
Cantan en este disco a coro los instrumentos, sin palabras. Los versos suenan solamente cuando el escucha recupera el toque y reconoce la poesía de la pieza central y última, de recomienzo, de este disco sensacional:
When I fall in love
It will be forever
He aquí el recomienzo.