la enorme complejidad de la movilidad de una ciudad con 22 millones de personas y más de 30 millones de viajes al día, hay que sumar el abandono en que se encuentran los servicios, crisis del sistema eléctrico, retrasos significativos por fallas continuas de mantenimiento del Metro y autobuses y la falta de una perspectiva metropolitana: no hay una visión integral, predomina la fragmentación entre los distintas modalidades de trasporte.
El próximo 5 de diciembre la Secretaría de Movilidad iniciará un programa que plantea estar a la altura de la gran capital. Al lado de Claudia Sheinbaum, Andrés Lajous, el próximo titular de esa secretaría, se propone integrar los distintos sistemas de transporte de la ciudad (a pie, en bicicleta y en transporte público), busca mejorar la infraestructura y servicios de transporte a fin de aumentar la accesibilidad, disminuir tiempos de traslado, mejorar condiciones de viaje y transparentar los distintos sistemas de movilidad. Piensa incorporar nuevas tecnologías para uso de bicicletas, patines del diablo, y muy especialmente en solucionar el problema que tiene la ciudadanía con el primer y último tramo de viaje, que son los que toman más tiempo. Se buscará proteger a los usuarios y usuarias con infraestructura y servicios incluyentes, dignos y seguros.
En México y en el mundo el tiempo de traslados muestra diferencias importantes entre mujeres y hombres, lo cual se relaciona con la distribución sexual del trabajo y muy especialmente con el desbalance en las tareas de cuidados familiares, que siguen cargándose injustamente en las mujeres, se requieren condiciones particulares para su desplazamiento. Además de que muchas acuden a lugares de trabajo remunerado, cargan bebés, carreolas, bultos y bolsas del mandado, entregan y recogen niños a y de la escuela, a clases vespertinas, al médico y dentista, y además cuidan a familiares con discapacidad, a enfermos y ancianos. El hacinamiento favorece los abusos en el trasporte, cada vez más mujeres evitan el uso de tacones, faldas, escotes o ropa entallada, porque los machos pueden considerarlas como provocadoras que hay que atacar
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Un reciente sondeo realizado por la Fundación Thomson Reuters en cinco de las urbes más grandes del mundo, encontró que el transporte de nuestra ciudad es el peor evaluado por las mujeres: tres de cada cuatro citadinas no tiene confianza en usar el sistema de transporte sin riesgo de acoso, abuso o violencia sexual, los testigos se hacen de la vista gorda, sólo un tercio de pasajeras confía en que alguien las ayudaría si fueran acosadas, en comparación con una mitad que sí expresa tal confianza, entre quienes viven en Londres.
El Instituto de las Mujeres de Ciudad de México y ONU Mujeres en publicación reciente presentan un panorama doloroso. En comparación con las demás ciudades del país, la capital es la de mayor proporción (43 por ciento) de mujeres violentadas en el ámbito comunitario: espacio público, calles, escuelas, centros comerciales y medios de trasporte. Las agresiones más frecuentes son frases ofensivas y de carácter sexual (74 por ciento), tocamientos impropios (58 por ciento), 14 por ciento ha sentido miedo de ser atacada. De acuerdo con las denuncias de violencia contra las mujeres, las áreas con mayor riesgo en la zona centro tienden a ocurrir en la cercanía de las líneas del Metro (en norte y sur), mientras que en la periferia tienden a alejarse de las estaciones del Metro, la violación se registra en mayor medida en la periferia sur y en las porciones este y norte de la ciudad. El programa para la seguridad de las mujeres no parte de cero en la capital, el mencionado instituto arrancó desde 2007 el plan intersectorial Viajemos Seguras, con vagones exclusivos para mujeres en el Metro, asientos rosas en autobús y metrobús, señalización en rampas, pasos peatonales y creación de senderos seguros, luminarias, cámaras de seguridad y una aplicación móvil como recurso de alarma, se han impartido talleres comunitarios y campañas contra la violencia en el transporte. A 10 años del programa, el gran reto para el gobierno entrante es reducir las tasas de violencia en el transporte, actos que conforman entornos propicios para la ocurrencia de formas más graves de violencia. Celebro que el nuevo programa de movilidad contemple una perspectiva de género intersectorial, que considera los destinos y horas de viaje de las mujeres, el protocolo de intervención en casos de violencia de género, y una transformación cultural, campañas educativas y de concientización para modificar el comportamiento de agresores y testigos en medios de transporte, capacitación a conductores, difusión del derecho a una vida libre de violencia y crear módulos especializados en las agencias del Ministerio Público.
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