Fue un ‘‘narrador monumental’’, define la periodista Elena Poniatowska; pide divulgar entre los jóvenes las obras José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio
Viernes 23 de noviembre de 2018, p. 3
El escritor, dibujante y diplomático Fernando del Paso (1935-2018) fue ‘‘un emperador del idioma, un narrador monumental que logró una hazaña con Noticias del Imperio”, dijo ayer la periodista Elena Poniatowska durante el homenaje que se rindió en la Universidad del Claustro de Sor Juana al narrador recientemente fallecido.
Por cuestiones de salud, la periodista y colaboradora de La Jornada no pudo estar presente en la mesa que presidió la rectora de esa casa de estudios, Carmen Beatriz López-Portillo Romano, pero se hizo un enlace vía telefónica con Poniatowska, quien comentó al público que Del Paso ‘‘es uno de los más grandes escritores de nuestro tiempo. Cada tema que tocó lo transformó en obra maestra, como sus novelas Palinuro de México y José Trigo, que, con Noticias del Imperio, son universos portentosos”.
Continuó: ‘‘Es importantísimo que se divulguen, para que los jóvenes estudiantes y los que quieran escribir sepan cómo se hace un gran libro”.
Elena Poniatowska recordó que la última vez que vio a Del Paso, Premio Cervantes 2015, fue hace dos meses en Guadalajara; ‘‘estaba bastante bien, muy feliz. Fui a su casa, hablamos de cocina y le pregunté si tenía muchas visitas y me respondió: ‘no tantas como yo quisiera’’’.
La periodista conoció a Fernando del Paso ‘‘antes de que fuera célebre, en 1968, porque su libro José Trigo inició la colección de literatura de la entonces recién fundada editorial Siglo XXI, cuya sede fue mi casa en la calle De la Morena 430, esquina con Gabriel Mancera.
‘‘El argentino Arnaldo Orfila Reynal fue expulsado de mala manera del Fondo de Cultura Económica, que dirigió por muchos años, y él y su esposa, la antropóloga y arqueóloga Laurette Séjourné, se mudaron a la esquina que les mencioné.
‘‘Ahí vi en varias ocasiones a Fernando del Paso, sonrosado, anhelante, sonriente, vestido de amarillo; alegaba con preocupación: ‘aún no termino, me falta, me falta, quiero revisar, esta página me tiene muy inquieto, quiero rehacer los últimos capítulos, me falta, falta, falta, no estoy seguro’.
‘‘Orfila le daba certezas: ‘Fernando, ya no lo toques, está muy bien como está. Ese fue el primero de muchos encuentros, todos muy entrañables”, dijo Poniatowska.
La rectora de la Universidad del Claustro de Sor Juana narró que de niña su padre le leía la novela José Trigo. Desde entonces a la fecha, continuó, ‘‘sé que disfruto tanto la escritura de Fernando porque de alguna manera, jugando a encontrar la palabra más hermosa, estaba presente su semilla: la libre asociación de ideas, el atravesamiento de los umbrales íntimos, la tangencia de otras realidades, la riqueza de la imaginación que ha iluminado nuestra vida.
‘‘A través de sus monólogos y de manera intuitiva aprendí a descubrir un orden en las flexiones de la imaginación, su lenguaje cifrado, como jeroglífico, iluminó mi realidad y me rescató del silencio primigenio.”
Carmen Beatriz López-Portillo contó que tuvo el privilegio de ser una de las primeras amigas del escritor en escuchar del manuscrito de Noticias del Imperio el monólogo de Carlota, en la primavera de 1987: ‘‘y ese día aprendí que a veces vale la pena perder la razón para salvar el mundo, para salvar al otro, para salvarnos de la violencia de una razón unívoca que fija la realidad y la encuadra, que aglutina un tiempo sin promesa, que define, mutila y simplifica lo que somos, lo que nos pasa, esa razón que reduce el mundo a una interpretación que uniforma, que cancela la posibilidad de la diferencia (...) esa tarde de primavera supe que Fernando era Carlota, y que yo también quería perder la razón”.
En la mesa homenaje a Del Paso también participaron Elizabeth Corral y Sara Poot Herrera.