os ríos de nuestro país son una tragedia. Sin una política que los tome en cuenta como lo que son, las venas por donde recorre la sangre que da vida a nuestro territorio y a los que en él habitamos, por años han sido considerados basureros y depósitos de desechos tóxicos donde las industrias de todo tipo arrojan sus desperdicios impunemente. Esta indolencia de los industriales, alimentada por la indiferencia gubernamental, ha dado como resultado que los más importantes ríos de nuestro país ahora sean focos de contaminación, insalubridad y muerte para quienes ahí habitan, sean plantas, animales o seres humanos. A esto hay que agregar que en las recientes décadas se ha incrementado la construcción de represas para la generación de energía eléctrica, al tiempo que grandes volúmenes de agua dulce se destinan para la industria de la minería y el fracking. Un panorama aterrador que ya deja ver sus desbastadores efectos socioambientales sobre los mexicanos y su patrimonio.
Frente a esta tragedia han sido organizaciones sociales las que han tomado la iniciativa de lucha por la defensa de los ríos. Hace 15 años, al calor de la lucha convocada por el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la presa La Parota (Cecop) para defender el río Papagayo, sobre el cual se pretendía construir dicha obra; las organizaciones participantes decidieron constituir el Movimiento Mexicano de Afectados por las Presas y en Defensa de los Ríos (Mapder), con el claro objetivo de oponerse a la construcción de presas porque se estaban realizando violando los derechos de los pueblos indígenas y comunidades campesinas y sólo beneficiaban al capital trasnacional. Quince años de lucha que los días 17 y 18 de este mes festejaron realizando su 13 encuentro nacional en la comunidad de Salsipuedes, Bienes Comunales Indígenas de Cacahuatepec, en el Acapulco rural, estado de Guerrero.
Más que una organización el Mapder es un espacio donde se articulan organizaciones y comunidades que tienen dentro de sus objetivos la defensa de los ríos. En estos 15 años de lucha han enfocado sus esfuerzos al intercambio de experiencias entre sus integrantes y a brindar solidaridad a los movimientos nacionales e internacionales que tienen los mismos fines; también han organizado campañas de denuncia contra la violación de los derechos de los defensores de los ríos y el ambiente. Su activismo ha logrado la cancelación de la presa de Arcediano, en Jalisco; y la suspensión, modificación o retardamiento de la construcción de las presas La Parota, en Cacahuatepec, Guerrero; El Zapotillo, en Temacapulín, Jalisco; Paso de la Reyna, en las costas de Oaxaca; Las Cruces, en Nayarit, Jalcomulco y Amatlán, en Veracruz; Olintla y San Felipe Tepatlán, en la Sierra Norte de Puebla, y varios embalses en Chiapas.
Quince años de lucha no han estado exentos de represión. En la defensa de los ríos muchos han dejado la vida. Quienes participaron en el 13 encuentro del Mapder recordaron y exigieron justicia para Antonio Esteban y Manuel Gaspar, defensores del territorio en Sierra Norte de Puebla, y la aparición con vida de Sergio Rivera, secuestrado y desaparecido por las mismas razones; también exigieron justicia para Ulises García, Eusebio Elacio, Alexis Santos, Crecenciano Everardo y Feliciano Ascencio, asesinados el día siete de enero de este año en la comunidad de la Concepción, municipio de Acapulco, lo mismo que Celerino Hernández, asesinado el 15 de noviembre de 2014, todos ellos miembros del Cecop; recordaron y se pronunciaron por la libertad de los 19 presos políticos del Cecop y de Gonzalo Molina, preso político de la CRAC, Policía Comunitaria de Tixtla, en el penal de Chilpancingo; y la cancelación de las órdenes de aprehensión contra todos los luchadores sociales.
En su pronunciamiento final, los miembros del Mapder exigieron la cancelación de las presas hidroeléctricas que se encuentran suspendidas. Es una demanda por la cual están claros que hay que seguir luchando, aun con el ascenso al poder de un nuevo gobierno, que para ganar el voto popular prometió un cambio de rumbo y en preparación de la toma del poder está enviando señales contradictorias. Por eso declaran que el ascenso de un gobierno progresista no es garantía de cambio. Para los movimientos que nos oponemos al extractivismo y al modelo energético imperante en nuestro país eso no significa un cambio en favor de nuestras demandas, dicen
. Y agregan: Tenemos claro que sólo la organización y articulación de movimientos sociales podrá hacer valer la determinación de los pueblos en sus territorios
. Es una convicción que merodea todos los territorios de la resistencia.