El cantautor ofrecerá conciertos hoy y manaña en el Auditorio
Jueves 22 de noviembre de 2018, p. 6
Estoy listo para ser engullido por México, que lleva varios años ocupando mis sueños
, asegura en su autobiografía Morrissey, quien esta noche y la de mañana fluctuará con su nostálgica música en el Auditorio Nacional.
Uno de los mayores íconos pop de su generación –título que en su opinión lleva varias cruces a cuestas– regresa a México, que se ha vuelto uno de sus nichos, no sólo por el estupendo libro que Malpaso edita sobre su vida, sino porque tuvo la osadía de mandar una carta al Senado para solicitar que apruebe una propuesta de ley que daría protección básica a los animales usados en laboratorios, industria alimenticia y entretenimiento.
Antes, echó flores al gobierno de Ciudad de México por las leyes que prohíben el uso de animales en los circos y las exhibiciones de delfines en los parques capitalinos.
Tras su presentación en el Festival Vive Latino 2018, Morrissey ofrecerá sus conciertos en el Auditorio por segunda ocasión. Interpretará temas de su disco Low in High School (2017) e incluirá algunos de This Is Morrissey, reciente álbum que recopila canciones de sus primeras producciones como solista.
La primera vez que se presentó en el recinto de Reforma fue en marzo de 2000, como parte de su gira Oye, Esteban, que también fue su debut en México, país que tiene para él un lugar especial.
Originalidad rabiosa
Morrissey comenzó su carrera a principios de los años 80 con la banda The Smiths, de la que formó parte hasta su disolución en 1987.
El artista irrumpió como una avalancha porque, señala su biografía, aportaba una originalidad rabiosa, construida con su actitud desafiante y el extraño lirismo de sus letras
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En sus memorias, reunidas en 469 páginas, cuenta las desdichas de su infancia y las desventuras de una adolescencia marcada por una escuela en la que imperaba la ley de la correa. Relata la vida sin rumbo que tenía y el agridulce hallazgo de la música como vía de escape.
En la obra, Morrissey aborda un pasaje que vivió en una ocasión que estuvo en el Domo de Cobre de la Magdalena Mixhuca: “en el Palacio de los Deportes, he vendido 12 mil entradas (…) Has vendido el doble que Oasis –me dice el promotor local–. Pero son ellos quienes aparecen a todas horas en la televisión mexicana, mientras que a mí, como siempre, no se me ve por ninguna parte...”
Parece que no fue suficiente para el cantautor, quien, pese a no corroborarlo en el texto, paseó de incógnito por el área circundante al inmueble. “Fuera del estadio, se venden camisetas con la cara de Elvis Presley y un Morrissey impreso encima, al lado, o donde sea... Un ejército de aldeanos espera afuera afanándose con todo tipo de objetos sobre los que puede coser o dibujar el nombre de Morrissey para vender como recuerdos... Hay muñecos para niños, velas, bolsas de caramelos venenosos… todo con mi nombre”.
Momento fascinante
Luego, agrega, un jueves más y, después de que la música que precede al concierto se abrió paso, el público avanza (...) hacia el escenario, y arriba, gritándose y subiéndose unos sobre la cabeza de otros, mientras las lágrimas se acumulan entre las peleas y los puñetazos que vuelan... Flota en el ambiente algo que recuerda al Mundial de México 70: banderines y un calor insoportable; acto seguido, el humo que se eleva y los alaridos y chillidos de aprobación al reconocer instantáneamente cada canción... aquí, ahora, 12 mil personas me comprenden. Es fascinante cómo se niegan a abandonar el inmueble una vez que termina el concierto
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El hombre de autocrítica pura escribe: “En un set de televisión me planto ante una multitud como un político reformista y entonces me veo reflejado en el enorme objetivo de una cámara y estoy gordo, pero si no había sido consciente de mi gordura, no me había fijado en algo peor. El ojo crítico nunca pierde oportunidad de encontrar un fallo. Lo que estoy diciendo a la gente es esto: ‘y por eso no me adapto demasiado bien al mundo exterior y, por cierto, let me kiss you…’”
Morrissey, a las 20:30 horas en el Auditorio Nacional.