La campaña de descuentos El Buen Fin generó decepción entre algunos consumidores, por no incluir, dijeron, productos básicos y de uso cotidiano o porque muchos estaban condicionados.

Sonia, ama de casa entrevistada afuera de un supermercado al que habitualmente acude, comentó que la campaña debía extenderse a la despensa básica.

Agrega que en su caso El Buen Fin no fue de apoyo, pues se aplica principalmente para aparatos electrodomésticos y enseres caros, pero no para objetos de uso diario como un bote de basura con ruedas que necesitaba y que tenía un valor cercano a 500 pesos.

El señor González señaló que en una tienda en Taxqueña estaban pidiendo compras mínimas de mil pesos en vinos y licores para aplicar algún descuento.

Muchas ofertas están condicionadas; por ejemplo, en artículos importados de Francia ponen un anuncio de que hay descuentos de 20 o 25 por ciento, pero cuando uno acude a ese departamento resulta que la oferta sólo aplica en dulces.

Otros entrevistados indicaron que en algunos productos eléctricos se ofrecen descuentos, pero sólo a partir de cada mil pesos de compra.

Otros consumidores manifestaron que existe una tendencia general a sustituir los descuentos del dos por uno a tres por dos o dos por uno y medio (es decir se compran dos artículos iguales y sólo se hace un descuento de 50 por ciento del precio de uno de ellos), lo cual beneficia más al comerciante que al consumidor.

Esas prácticas se han extendido no sólo en las grandes plazas comerciales, sino en comercios pequeños como taquerías y farmacias, como se pudo observar en la avenida Obrero Mundial, en la colonia Narvarte.

Un taxista comentó que había mucha gente en las plazas comerciales, pero los pasajeros que lo abordaban manifestaban su desencanto ante las supuestas ofertas.