Mar del Plata. La película Cómprame un revólver, del director guatemalteco-mexicano Julio Hernández Cordón, aborda el tema de la violencia y el narcotráfico desde la mirada de una niña en un México apocalíptico, azotado por el feminicidio.

El filme se presentó en la Competencia Latinoamericana del Festival de Cine de Mar del Plata y se estrenó mundialmente en la Quincena de Realizadores del pasado Festival de Cine de Cannes. Llegará a las salas mexicanas a principios de 2019 y está contada a través de la mirada de Huck, una niña de 10 años que usa una máscara para ocultar su género y ayuda a su padre a cuidar un campo de beisbol abandonado en el que juegan narcotraficantes.

Inspirada libremente en Las aventuras de Huckleberry Finn y con referencias a Peter Pan y Mad Max, el filme cuenta una historia de resistencia en un país atemporal violento.

País sin autoridades

Coincide en México con toda esa violencia contra las mujeres, de rapto de niñas; de la trata, el femicidio, la venta de órganos y una serie de cosas (...) Es una película sobre cómo la gente resiste a la violencia, dijo Hernández Cordón, de 43 años, en una entrevista con Reuters.

“Es una historia donde no hay autoridades ni marco legal, donde la impunidad es total y es un poquito apocalíptica (...) En varios lugares de ese país sucede algo parecido, donde las autoridades a lo mejor sí están, pero no tienen mayor presencia, y quienes rigen, ordenan y deciden son quienes hacen uso de la fuerza, que son los narcos y el crimen organizado”, agregó.

En el filme, Huck –la hija del director en la vida real– lucha por sobrevivir junto a un grupo de niños perdidos que tienen el poder de camuflarse en el desierto de Sonora. Cómprame un revólver es la séptima película de Hernández Cordón.

Lo emotivo hace que la gente se conmueva, crea empatía hacia el otro y también te hace sentir qué harías si estuvieras en los zapatos de esa otra persona. Creo que la cinta logra que se hable de un tema, pero no por estadísticas o cifras. Ya en México estamos muy cansados de que el país ponga los muertos del consumo de drogas de todo el mundo. No es nada democrático ni nada justo, dijo el director.