Sábado 17 de noviembre de 2018, p. 17
En México, Joaquín El Chapo Guzmán Loera tiene pendientes de cumplir sentencias dictadas en tres procesos penales y que se le sancionara por los cargos de homicidio, asociación delictuosa contra la salud, contra la administración de la justicia, tráfico de influencias, portación y acopio de armas de fuego, uso indebido de insignias, usurpación de funciones y secuestro.
Guzmán Loera, ex líder del cártel de Sinaloa, actualmente está sujeto a juicio en Nueva York, Estados Unidos, donde enfrenta 11 cargos por tráfico de drogas desde México a Florida, Illinois, Arizona, California, Texas y Nueva York.
En cuanto a los tribunales mexicanos, Guzmán Loera tiene pendiente de cumplir ocho años de una sentencia de 20 años y nueve meses de prisión, luego de que fue declarado penalmente responsable de delitos contra la salud, cohecho, asociación delictuosa, acopio y portación de armas de fuego. Lo anterior, debido a que se fugó del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, en enero de 2001.
Asimismo, está pendiente que se le dicte sentencia por las acusaciones posteriores a su captura en febrero de 2014, y su fuga en julio de 2015, relacionadas con homicidio, asociación delictuosa contra la salud, contra la administración de la justicia, tráfico de influencias, portación y acopio de armas de fuego, uso indebido de insignias, usurpación de funciones y secuestro.
La historia de El Tiburón
Por otra parte, con motivo de los 90 años de la Policía Federal, la corporación colocó en el blog del sitio gubernamental gob.mx, la historia de El Tiburón, apodo con el que identifica a uno de los agentes que participaron en la detención de Joaquín El Chapo Guzmán Loera el 8 de enero de 2016.
El agente dice del día en que capturaron a Guzmán Loera:
“Caminé y me paré del lado del acompañante del vehículo. Abrí la puerta y el pasajero se me quedó viendo. ¡Ah, canijo, es El Chapo! –pensé.
“Comandante, comandante, échenme la mano.
“A ver patrón, bájese tantito.
“Lo bajé y lo tomé del hombro. Alcancé a ver que traía una pistola debajo de sus piernas, por lo que rápido lo jalé para conmigo, como abrazándolo para ver si no traía un arma fajada.
“Lo jalé y empecé a caminar a la parte trasera de mi patrulla. Cuando iba llegando a la puerta le puse rápido las esposas. –¿Por qué comandante? ¿Por qué me esposas? ¿Por qué me tratas así?–, me decía.”