¿Cuál será el rumbo?
a primera ocasión en que se utilizaron métodos de cuantificación moderna en Estados Unidos para pronosticar los resultados de una elección fue en 1952. La computadora Univac predijo que Eisenhower perdería la elección presidencial. A final de cuentas, sucedió lo contrario y ganó por un amplio margen. La historiadora Jill Lepore narra en un capítulo de su libro These truths que el método acusaba grandes inexactitudes, pero con el tiempo fue perfeccionándose. En la actualidad, el método computarizado permite, con algunas excepciones, determinar con un margen mínimo de error a los posibles ganadores del proceso electoral.
Si el cómputo de las preferencias es consistente, los candidatos del Partido Demócrata ganarán la mayoría en la Cámara de Representantes, y los del Republicano la de Senadores. Históricamente, el partido que ostenta la presidencia sufre una derrota en por lo menos una de las dos cámaras en las elecciones intermedias. Normalmente –a menos que exista un acontecimiento especial, como en el caso de la gran crisis de los años 30 o de la segunda Guerra Mundial– las elecciones intermedias se convierten en un referendo del Ejecutivo en turno.
Este año no parece ser diferente. Pero en esta ocasión, además de los ingredientes que normalmente determinan el resultado de la elección –política económica, social, de salud o exterior–, hay un elemento extra, el virus de la división ultranacionalista y racista con que el presidente Trump ha inyectado la democracia estadunidense. De acuerdo con encuestas de opinión, los que tendrán mayor influencia serán la salud y el creciente racismo del presidente. En el primer caso, los republicanos han insistido en borrar todo vestigio de la reforma conocida como Obamacare, que integró a varios millones de personas al sistema de salud del que antes carecían. Los hechos han demostrado que hay una gran resistencia a que ello ocurra. En el segundo, las frecuentes declaraciones racistas del presidente han marcado una clara división entre quienes consideran que el país debe optar por excluir a quienes no pertenecen a la raza blanca y entre quienes abogan por un futuro más moderno y civilizado para el país. La mayoría de los primeros viven en el medio rural y los segundos en el urbano y suburbano.
¿Cuál será el rumbo?: ¿uno déspota, racista, misógino y tramposo sin coto alguno, o un estado acotado por sus instituciones? Los electores tienen la palabra.