Viernes 2 de noviembre de 2018, p. 31
En una tradición que transforma el gris de los camposantos en un colorido mosaico, familias enteras visitaron los distintos panteones de la Ciudad de México, donde la falta de agua no fue impedimento para limpiar las tumbas y adornarlas con veladoras, papel picado y una variedad de flores, como cempasúchil, que a decir de los visitantes cada año están más caras
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Uno de los cementerios más concurridos fue el panteón civil de San Lorenzo, en Iztapalapa. Entre los matorrales, que práticamente cubren las tumbas abandonadas, procedentes de Nezahualcóyotl, los 13 integrantes de la familia Luna llegaron desde las siete de la mañana, donde desayunaron café de olla, tortas de jamón con queso y arroz con leche, junto al sepulcro de la abuela.
Bajo una carpa, con afán decoraron la tumba con arreglos florales y macetitas de cempasúchil que adquirieron en la entrada del panteón.
No lejos de ahí, los integrantes de las familias Macías, Gallegos, Herrera y Olmos se conmovían hasta las lágrimas al escuchar las coplas de Amor eterno, en voz de un grupo musical norteño que ofrecía a 60 pesos cada canción. Desde Los Reyes La Paz decidieron acudir el Día de Todos los Santos para evitar aglomeraciones.
En familia o en solitario, desde muy temprano comenzó el flujo de personas a los distintos panteones, vigilados por policías como parte del operativo de seguridad dispuesto por las autoridades capitalinas, que también distribuyeron agua gratuita por medio de pipas.
De acuerdo con las estimaciones del gobierno capitalino, se espera una afluencia a los cementerios de las 16 demarcaciones de alrededor de un millón de personas.