Por una democracia auténtica fue uno de los lemas acuñados por el movimiento #YoSoy132. Con la disolución de ese movimiento que en las elecciones presidenciales impulsaron estudiantes de universidades públicas y privadas contra la reinstauración del régimen del PRI, se perdió una oportunidad de contar con una organización nacional con miras a construir un nuevo país, se planteó ayer en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

En la decimosegunda sesión del curso interinstitucional Un siglo de movimientos estudiantiles, organizado por el Seminario de Educación Superior de la universidad, Karla Amozorrutia, académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y ex activista del #YoSoy132, planteó que ese movimiento fue un espacio de encuentro entre estudiantes de escuelas privadas, que no tenían experiencia en la organización política, con estudiantes de universidades públicas, que tienen una gran tradición al respecto. Y que con todo y sus desacuerdos internos tenían claro que ellos debían participar en la transformación de un México distinto.

Amozorrutia hizo un repaso de la historia del #YoSoy132, que se organizó tras la visita que hizo Enrique Peña Nieto, entonces candidato presidencial, a la Universidad Iberoamericana, donde ante cuestionamientos de la comunidad universitaria intentó justificar su actuación en la represión de San Salvador Atenco en 2006, lo que indignó a los estudiantes.

Habló del papel de los medios de comunicación en el proceso de las elecciones de 2012 y de cómo hubo medios que cuestionaron que fueran estudiantes quienes interpelaron al candidato en la Ibero.

Tras referirse a cómo, luego de las elecciones y la toma de posesión de Peña Nieto como presidente de la República, el movimiento estudiantil fue perdiendo cohesión, señaló que el #YoSoy132 no tenía como demandas centrales cuestiones estudiantiles, sino demandas sociales relacionadas con la construcción de ciudadanía y de una realidad política distinta.

Al respecto planteó que a seis años de distancia, la cultura política en México aún tiene que cambiar, pero la organización del 132 no fue lo suficientemente fuerte para mantenerse. Con su final, dijo, perdimos la oportunidad de contar con una estructura nacional de organización que desde 1968 no tenemos.

Consideró que si bien el movimiento no logró evitar la imposición del viejo régimen, si consiguió poner en la mesa de la discusión pública el papel de los medios de comunicación masiva en el control del poder político en el país y la hegemonía que ejercen.