Erika Vega creó Four darks in red por encargo del ensamble australiano Elisión; se inspiró en cuadro de Rothko
Sábado 27 de octubre de 2018, p. 3
Una obra de la compositora y violinista Erika Vega (Ciudad de México, 1985) tendrá su estreno mundial con el Ensamble Elision en Vértice, festival de experimentación y vanguardia organizado por Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Four darks in red (2018), para contrabajo amplificado, que la agrupación australiana le comisionó, se interpretará hoy a las 19 horas en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, en un programa que incluye obras de Richard Barrett y Pedro Álvarez.
En entrevista con La Jornada, Vega explica que su composición de 10 minutos se inspiró en un cuadro homónimo del pintor estadunidense Mark Rothko (1903-1970), que está en un museo londinense.
Y aunque Vega no ha visto esa obra físicamente, el año pasado viajó a Los Ángeles, California, pues la Orquesta Filarmónica de esa ciudad tocó una pieza suya para sinfonieta. Durante su estancia ahí visitó el Museo de Arte Contemporáneo, que exhibe en una sala siete obras del artista abstracto.
‘‘Al parecer estas pinturas son un poco monotemáticas –un fondo con franjas horizontales– y todas tienen las mismas dimensiones”, refiere.
La idea de la obra Four darks in red vino tras ‘‘estar frente a un cuadro de Mark Rothko. Es la ilusión óptica que se tiene al ser una pintura de grandes dimensiones en la cual los colores se difuminan. Entonces, la experiencia se vuelve ambigua. Es difícil focalizar un color en particular, sin embargo todos se funden en un solo paisaje. No se puede delimitar donde hay líneas ni donde comienzan y terminan esas franjas con diferentes tonalidades”.
En la música también existe este juego de percepción y de ilusión auditiva, apunta Vega, para quien la instrumentación de la pieza –contrabajo, trombón y percusiones– dispuesta de antemano, entabla un diálogo. Ninguno de los instrumentos se identifica con un color en particular, no obstante ‘‘cuan-do uno habla en términos de sonido hay tonalidades y texturas”.
Vega se crió en Puebla, en cuyo conservatorio estudió violín. Cuando decidió cursar la carrera, ingresó a la entonces Escuela Nacional de Música de la UNAM, sin embargo con estudios de violín y composición. Luego en Bélgica realizó una maestría en música contemporánea, en composición. Ahora se acaba de mudar a Gran Bretaña para hacer un doctorado de composición en la Universidad de Oxford. Su tema de investigación será la relación entre la música y el lenguaje desde el punto de vista de un compositor.
En la composición, apunta, su andar ha sido ‘‘un poco escabroso. Por un lado hay que encontrar la voz propia, en una búsqueda interna, mientras por el otro, se trata de vivir de las obras de uno. La finalidad es que la música de uno se toque, no sólo una vez en el estreno, sino que se difunda’’.
De sentarse a componer algo en este preciso momento, a Vega le llaman la atención las cuerdas. ‘‘Un cuarteto de cuerdas es muy orgánico, aunque muy subjetivo. A veces la música está dentro y no hay unos instrumentos precisos, es decir, hay ideas musicales o sonidos; es muy abstracto”.
También le gusta lo experimental. Respecto de una posible moda dentro de la composición, recuerda que ‘‘toda la música ha sido nueva en su momento; revolucionó y rompió paradigmas, incluida una sinfonía de Beethoven o de Mozart. Es estar a la vanguardia, aunque es una experimentación que no tiene fin. Una búsqueda de un lenguaje personal para no sonar a alguien más. De otra manera se crean escuelas y de repente ya se cataloga que esto suena igual que lo otro”.
El Centro Cultural Universitario se ubica en Insurgentes Sur 3000, Ciudad Universitaria.