El papa Francisco definió a México como una tierra regada con miles de víctimas inocentes y el dolor desgarrador de sus familiares y conocidos.

En una carta dirigida al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, en respuesta a la invitación que le hizo a participar en los foros para la pacificación, el pontífice afirmó: Heridas que cuesta cicatrizar y que nos duelen a todos, porque cada violencia cometida contra un ser humano es una herida en la carne de la humanidad. Cada muerte violenta nos disminuye como personas.

Ofreció la disponibilidad constante de la Iglesia católica para cooperar en las iniciativas dirigidas a encontrar caminos de paz estable y la reconciliación en el país. Confió en que haber escuchado a víctimas, ciudadanos, expertos y líderes religiosos permitirá además obtener mejor respaldo de instituciones nacionales e internacionales.

En su carta, fechada en El Vaticano el 18 de octubre y leída ayer por el nuncio apostólico, Franco Coppola, en el encuentro en el Archivo General de la Nación, el jerarca católico también ponderó que el esfuerzo permitirá huir de la tentación de venganza y búsqueda de intereses sólo personales y a corto plazo.

Pidió más empeño en reconocer al otro, sanar heridas, construir puentes, estrechar lazos y en la ayuda mutua. Incluso, sostuvo que se necesitan leyes más justas que resuelvan las causas estructurales de la pobreza, que generan exclusión y violencia. Solo así se sana de una enfermedad que vuelve frágil e indigna a la sociedad y siempre la deja a las puertas de nuevas crisis.

El Papa consideró que México necesita la participación de todos para abrirse al futuro con esperanza; sostuvo que la búsqueda de la paz es una tarea que exige compromiso común. No olvidemos que la inequidad es la raíz de los males sociales, indicó.

Asimismo, definió que el odio no tiene la última palabra, sino que el amor es más fuerte que la muerte y la violencia.