Miércoles 24 de octubre de 2018, p. 3
Algunos datos estadísticos de Chiapas para ayudar a comprender el mundo. Además de ser el primer produc- tor de café y plátanos, el segundo de miel y cacao, el cuarto en el sector pecuario; además de generar el 46 por ciento de la energía eléctrica del país, en Chiapas se encuentran los nichos más importantes de hidrocarburo de México, con reservas que se calculan entre veinte y sesenta mil millones de barriles. A pesar de estas riquezas, el 60 por ciento de la población (casi un millón de habitantes) no tiene ingresos o gana menos que el salario mínimo, el analfabetismo al- canza el 30 por ciento, variando entre el 50 y el 70 por ciento en las áreas indígenas. ¿Adónde va, entonces, el di- nero, si no ha sido puesto al servicio del desarrollo de Chiapas? ¿Qué papel representan los indígenas en todo esto? Un funcionario del Gobierno mexicano, un tal Hank González, a quien tenemos que reconocer el mérito de la franqueza, aunque brutal, si no preferimos antes de- nunciar su cinismo, acaba de dar la respuesta: «Sobran cinco millones de campesinos», ha dicho. Este es el pro- blema que el neoliberalismo triunfante quiere resolver de forma radical: hacer desaparecer poco a poco (un genoci- dio a escala planetaria causaría demasiado escándalo), quitándoles o negándoles condiciones mínimas de vida, a los cientos de millones de seres humanos que sobran, sean indios de América o indios de la India, o negros de África, o amarillos de Asia, o subdesarrollados de cualquier parte. Lo que se está preparando en el planeta azul es un mundo para ricos (la riqueza como una nueva forma de arrianis- mo); un mundo que al no poder, como es obvio, librarse de la existencia de los pobres, solo estará dispuesto a con- servar a los que sean estrictamente necesarios para el sis- tema.
* Fragmento de El cuaderno del año del Nobel, del autor portugués José Saramago