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La hamburguesa de “carne” vegetal, Jim Thomas Grupo ETC
Los creadores de la hamburguesa de imitación, hecha con un ingrediente genéticamente diseñado, podrían estar atrapados en un enredo legal sobre la inocuidad alimentaria del invento, lo que podría afectar la burbuja de inversiones en tecnología de alimentos que se ha estado formando en Sillicon Valley. El periódico The New York Times reportó, el pasado 8 de agosto, que documentos de la Administración de Alimentos y Medicinas de Estados Unidos (FDA, en inglés) revelan que Impossible foods, empresa creadora de la hamburguesa imposible —que supuestamente “sangra”— no brindó una prueba adecuada de la inocuidad de la proteína genéticamente alterada que le da a la hamburguesa su sabor a carne y su color. Impossible Foods sacó al mercado el producto para consumo público, aunque la compañía había admitido ante la FDA que le faltaba realizar pruebas de seguridad sanitaria. Los documentos afirman que, según la FDA, los argumentos presentados por la empresa no establecen la seguridad del ingrediente SLH para consumo, ni apuntan a una inocuidad general. Ninguna empresa alimentaria debería ignorar las advertencias de la FDA sobre la seguridad de sus productos y poner en riesgo la salud de quien los ingiere. La FDA tiene una clasificación que indica que se reconoce la seguridad “en general” del producto. Esta etiqueta, GRAS (Generally Recognized as Safe), permite al fabricante decidir por sí mismo, sin opinión de la agencia, si un producto es o no seguro para el consumo. Esta autodeterminación no requiere dar aviso al consumidor ni a la FDA, y puede aplicarse a los químicos aplicados a los alimentos sin tomar en cuenta los conflictos de interés que pudiera haber, si los químicos en cuestión son nuevos, o si no se han analizado a profundidad. Los documentos del gobierno de Estados Unidos, obtenidos por el Grupo ETC y Amigos de la Tierra-Estados Unidos mediante la norma del derecho a la información, revelan que la FDA advirtió a los responsables en Impossible Foods que su ingrediente clave, creado con ingeniería genética y conocido como leghemoglobina de soya (abreviado en inglés SLH), no cumplía los estándares del estatus de seguridad general o GRAS. El ingrediente SLH, conocido también como “heme”, es una proteína de diseño que agrega color y sabor parecidos a la carne. Impossible Foods reconoció que la leghemoglobina de soya no se utiliza en la dieta humana ni en su forma natural ni en su forma diseñada. A pesar de mostrar como atractivo comercial las propiedades colorantes de “heme”, la empresa no pidió a la FDA que aprobara el ingrediente como colorante, proceso cuyas normas son muy estrictas. En discusión con la FDA, Impossible Foods también admitió en su dossier que una cuarta parte de los componentes del ingrediente “heme” son 46 proteínas adicionales “inesperadas”, algunas no identificadas y ninguna que haya sido sometida a pruebas de inocuidad. El caso de la hamburguesa imposible plantea preocupaciones que rebasan el tema de la imitación de un producto. Se trata de la ingeniería genética extrema o biología sintética, particularmente la tendencia a la producción de comida totalmente procesada en laboratorios (carne, lácteos y otras proteínas se hacen en un tubo de ensayo y no proceden de un animal). Mientras la hamburguesa imposible se coloca como el ejemplo perfecto para promover esta tendencia de comestibles hechos en laboratorio, otras empresas como PerectDay (hace leche de vaca con biología sintética) y Clara Foods (vende claras de huevo también de biología sintética) aprovechan la coyuntura para colocarse mejor en la carrera comercial. Así como hace una década los biocombustibles fueron lanzados como la “solución limpia” al cambio climático, los inversionistas en la tecnología de comestibles sintéticos intentan ahora capitalizar, a través de la “crianza molecular”, la defensa de los derechos de los animales. Un estudio realizado en 2013 por Hart Research, en Estados Unidos, encontró que 61% de los consumidores investigados tenía sentimientos negativos hacia los aditivos alimentarios producidos con biología sintética. Las encuestas también muestran que los consumidores buscan cada vez más información en las etiquetas de los productos sobre el contenido de transgénicos, pero hasta ahora, la mayoría de las empresas que venden productos con ingredientes derivados de biología sintética, incluyendo Impossible Foods, no etiquetan ni los productos ni los menús. Para más información y análisis sobre el problema de los productos “animales” producidos en laboratorio, ver la base de datos en línea del Grupo ETC sobre ingredientes derivados de la biología sintética, que incluye “heme” de Impossible Foods. Consultar el blog sobre productos de origen animal sustituidos por ingredientes derivados de biología sintética, “Is Food-Tech’ the Future of Food?”, de Amigos de la Tierra, así como su sitio web con documentos en castellano.
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