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México SA

Economía asida con alfileres // Inflación elevada hasta 2020

C

on una perspectiva de crecimiento apenas superior a 2 por ciento y en un ambiente económico adverso y volátil (Banco de México dixit), el panorama nada grato pinta en el arranque del nuevo gobierno, uno de cuyos objetivos es, precisamente, el de romper el estancamiento de más de tres décadas de administraciones neoliberales.

La economía, pues, sujeta con alfileres. El punto es que el gobierno entrante no los quite, por mucho que la administración saliente presuma que hereda un blindaje cercano a 300 mil millones de dólares, producto de 173 mil millones de reservas internacionales, 88 mil disponibles por una línea de crédito del Fondo Monetario Internacional, 20 mil del Programa de Cobertura del Banco de México y 9 mil de otra cobertura de la Reserva Federal estadunidense. Esa es la confianza que presume el actual inquilino de Los Pinos.

Una catarata de dinero y en ese nada despreciable monto de recursos basa Peña Nieto y sus muchachos el dicho de que hereda finanzas sanas, muy lejanas, según dicen, de la bancarrota (AMLO dixit). El problema es que la deuda pública se aproxima a 500 mil millones de dólares, y lo único que importa a la administración saliente, al FMI, a la Reserva Federal y a los demás participantes en la citada vaquita es que a México ni se le ocurra dejar de cumplir sus compromisos internacionales. Lo demás -–la circunstancia social, por ejemplo– es lo de menos.

Así, los mexicanos pueden morir de hambre antes de que el gobierno deje de pagar la deuda e incumpla a las voraces bancas nacional e internacional y a los organismos supuestamente multilaterales que le sirven de cancerberos. Y de ello hay múltiples ejemplos a lo largo de, cuando menos, las pasadas seis administraciones públicas, las cuales han endeudado al país en grado sumo para pagar… deuda, con un creciente costo financiero y social (más de 50 por ciento de la población en pobreza da cuenta puntual de ello).

La deuda ha crecido a galope, mientras la economía se muestra más lenta que una tortuga dormida. Reducir la primera y despertar a la segunda será una de las tareas más delicadas del próximo gobierno en un entorno mundial nada grato en corto y mediano plazos.

No es gratuito que el gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León –de todas las confianzas de EPN y su primer círculo– reconozca que la economía mexicana enfrenta todavía un entorno adverso y volátil y que existe incertidumbre, como es natural, ante el cambio de gobierno; hemos detectado, de la nueva administración, mensajes en el sentido de mantener un marco macroeconómico ordenado y prudente, y eso es adecuado para crear un entorno de estabilidad propicio para el crecimiento económico ( La Jornada, Roberto González Amador).

La advertencia implícita para la administración entrante es que si osa apartarse un milímetro del manual neoliberal, simple y sencillamente la tienda se cae. Y no es gratuito lo que dice Díaz de León, porque los seis gobiernos neoliberales amarraron (mediante cambios constitucionales, leyes, reglamentos y conexos) un modelo económico que no permite alteraciones, a menos de que quien se anime a intentarlo asuma las consecuencias.

Entonces, desactivar ese sofisticado mecanismo de altísima seguridad, por llamarle así, conlleva riesgos y costos. Como en todo, es de esperar que el gobierno de López Obrador encuentre la forma de inutilizarlo, así sea pieza por pieza. No es imposible, cierto es, pero tampoco tarea fácil ni de corto plazo.

Las rebanadas del pastel

Si de buenas noticias se trata, el propio Banco de México aporta la suya: La meta de alcanzar una inflación de 3 por ciento se prolongará hasta el primer semestre de 2020, debido a la fuerte presión que han ejercido los precios de los energéticos, la debilidad del tipo de cambio y la expectativa de mayores alzas en las tasas de interés a escala internacional.