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Nosotros ya no somos los mismos

El viejo recurso de las novelas por entrega para atraer lectores // Origen del servicio de seis militares para ex secretarios de la Defensa

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▲ Recién electo presidente de la República Luis Echeverría, se decretó que todos los ex secretarios de Defensa Nacional tuvieran seis militares a su servicio.Foto Carlos Cisneros
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la vieja usanza. Los periódicos de antaño, para provocar un mayor interés y apego de sus audiencias, concibieron una efectivísima estrategia: hacer llegar a sus lectores un culebrón literario en forma de novela serial que, por simplona, cursi, violenta, moralista e irreal los cautivara y convirtiera en emocionados adictos. Cada semana, gratuitamente, los lectores recibían anhelantes el capítulo de una historieta de tan pobre nivel intelectual y literario como la mayoría de las actuales novelas que a la fecha padecemos. Entenderán que la continuidad importaba a los lectores mucho más que las noticias de la guerra mundial en turno.

Se trataba de un nuevo género literario conocido como novelas por entrega o, simplemente, folletines. Esta expresión literaria, muy socorrida en siglos recientes, llegó a tener tal impacto en el México de entonces (igual que en otros muchos países), que contribuyó –alegaban sus beneficiarios– a extender el interés general por el conocimiento de la lectura (¿por qué creen que los pudientes Nuño, intendentes de la época, se aplicaron tan intensamente en aprender a ler?).

A fin de que los lectores no perdieran el hilo de la trama ni olvidaran el comportamiento de los personajes de las historias que hebdomadariamente (era más fácil decir semanalmente, pero ¿cuándo volveré a tener la oportunidad de sacar la palabrita?) cimbraban su vida, al iniciar el nuevo folletín se repetían los momentos del pasado inmediato a fin de estrujar y cinchar emocionalmente a los adictos que aumentaban con cada semana que pasaba. A ese breve pero muy eficaz recordatorio se le llamaba sinopsis. Recurso que seguramente será frecuente en la columneta.

SINOPSIS. El asunto que dio origen al desaguisado que comencé a relatar el pasado lunes y que, salvo prueba irrefutable, afirmo: jamás se ha dado en la Cámara de Diputados, lo sintetizo así.

El 19 de noviembre de 1970, siendo ya presidente electo Luis Echeverría, se publicó en el Diario Oficial de la Federación el decreto que establecía que todos los generales que hubieran desempeñado el cargo de secretario de la Defensa Nacional dispusieran de seis elementos militares para su servicio. Un sexenio más tarde, ante la L Legislatura (primera del sexenio lópezportillista), la Comisión de Marina presentó ante el pleno una iniciativa de decreto para que a los almirantes que hubieran sido titulares de la secretaría correspondiente se les extendieran los beneficios establecidos para sus homólogos del Ejército Nacional. La iniciativa no contaba con más sustento que el hecho mismo de haber sido, por cualquier motivo, designado para ese cargo.

La duda es obvia: ¿basta un nombramiento burocrático (que a saber por qué buenas o malas artes se produjo), para que la recompensa extraordinaria sea válida? No importa si fuiste un funcionario de 10 o 5 de calificación, lo importante es que si no mueres, si le ahorras al Seguro el llamado pago de marcha, si duras, persistes, perduras, ya la hiciste. Y pensemos: los secretarios de la Defensa y de Marina son más inamovibles que los ministros y magistrados del Poder Judicial o que Carlos Romero Deschamps.

Y una duda: ¿Cuáles son las diferencias entre un secretario del ramo militar y los secretarios de Relaciones, Educación, Salud, Agricultura, que sean suficientes en un gobierno democrático, para que a unos se les trate como propios y a los demás como entenados? ¿Por qué a los menos malos de los cancilleres no les brindamos algunos cónsules, consejeros, agregados? A los de Educación (si sabían ler) pudimos comisionarles como ayudantes a distinguidos miembros de El Colegio Nacional, a directores de escuelas normales rurales –ahora convertidas en santuarios de mexicanidad–, o a reconocidos egresados del IPN, que fueron testigos cuando un ángel justiciero (llamado diablo) nos escrituró los veneros de petróleo, que luego fueron expropiados por los serafines, querubines, arcángeles, torres, tronos, potestades, dominaciones. Todos los ángeles buenos que constituyen los clubes de CEOS de los grandes consorcios petroleros de la actualidad y a cuyo dominio estaremos hasta el Día del juicio final. Digo, a menos que, solidarios y organizados, decidamos lo contrario.

¿No les parece que la decisión de que seis personas sean designadas, condenadas a servir por toda la vida a un patrón al que renunciarle no está nada fácil, representa alguna forma de servidumbre, de esclavitud?

Bueno, pues opinen con toda tranquilidad lo que gusten, que al fin y al cabo el arroz se coció hace muchos años ¿Cuántos de los actores de este pequeño drama todavía vivirán? Es obvio decir que la propuesta priísta ganó la elección, no el debate. La postura excepcional de González Guevara, ex secretario del Gobierno del entonces DF y el voto de 10 por ciento de los priístas en contra de la iniciativa del Ejecutivo vale la pena conocerse. Nos vemos el lunes, ya sin sinopsis.

Twitter: @ortiztejeda