Con él, dios pasó por el salvador
Les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese a la represión!
, llamó el obispo a los militares la víspera de su asesinato
Lunes 15 de octubre de 2018, p. 26
Roma. El obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero y el papa Pablo VI fueron proclamados santos de la Iglesia católica este domingo en el Vaticano por el papa Francisco, quien aprovechó la ocasión para condenar el ansia de poder y de dinero.
También subieron a los altares los sacerdotes italianos Francesco Spinelli y Vincenzo Romano, el laico italiano Nunzio Sulprizio, la monja española-boliviana Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús y la alemana Maria Katharina Kasper.
Romero era un arzobispo tradicional, conservador y cercano al poder antes de transformarse en el más encendido defensor de los marginados, con una contundente oratoria que denunció la injusticia social y desconcertó a la ultraderecha de El Salvador.
Romero, asesinado en 1980, cuando tenía 62 años, fue defensor de una Iglesia con opción preferencial por los pobres
. Fue declarado beato el 23 de mayo de 2015.
El religioso se constituye en el referente de lo que el papa Francisco llama Iglesia de salida
, que abandona la comodidad de los conventos y sale en busca de los pobres en sus comunidades.
La Iglesia de salida que dice el Papa aquí en El Salvador fue muy real en los años 70 y 80 del siglo pasado, y ciertos sacerdotes (casi una veintena) fueron asesinados por gente que iba a misa
, declaró a la agencia Afp el jesuita Jon Sobrino, prominente defensor de la teología de la liberación.
Con monseñor Romero, Dios pasó por El Salvador
, resumió en marzo de 1980 el sacerdote y filósofo jesuita Ignacio Ellacuría, asesinado por el ejército salvadoreño junto a cinco sacerdotes más en 1989.
Los intentos por acallarlo comenzaron el 18 de febrero de 1980, cuando la radio católica YSAX fue dinamitada.
Horas antes de consumarse el asesinato, la ultraderecha diseminó una hoja volante en San Salvador para criticar al pastor, al que tildó de el sátrapa Romero
, y lo acusó de calumniador, mentiroso y con una mente infame
.
Justamente la víspera de su asesinato, monseñor Romero hizo un dramático llamado a los soldados a desobedecer órdenes de disparar contra el pueblo: Les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡cese a la represión!
Al anochecer del 24 de marzo de 1980, Romero fue abatido por un pistolero mientras oficiaba misa en la capilla del hospital Divina Providencia, en el norte de San Salvador.
El asesinato polarizó aún más a los salvadoreños que luchaban por mejores condiciones de vida e hizo estallar la guerra civil, que duró 12 años (1980-1992) y cobró la vida de al menos 75 mil personas.
En 1993, una Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas señaló como autor intelectual del asesinato al mayor del ejército Roberto D’Aubuisson, ya fallecido, fundador de la entonces gobernante Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derecha).
Los asesinos nunca fueron llevados a la justicia y permanecen impunes.
Sobre Romero, Francisco consideró hermoso
que se encuentre entre los siete canonizados, pues se trata de alguien que dejó la seguridad del mundo, incluso su propia incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos
.
Por su parte, Pablo VI dirigió la Iglesia entre 1963 y 1978 y es recordado por su impulso al Concilio Vaticano II, que introdujo numerosas reformas modernizadoras, como la abolición de la misa en latín. Durante su papado también confirmó la prohibición del aborto y del uso de anticonceptivos.
Nazaria desarrolló su tarea evangelizadora y en favor de los pobres en Latinoamérica desde 1908, cuando su familia dejó España y se mudó a México. A finales de 1912 fue destinada a Oruro, Bolivia, donde fundó, en 1925, lo que hoy se conoce como las Misioneras Cruzadas de la Iglesia. La religiosa, fallecida en Buenos Aires, Argentina, en 1943, fue beatificada por el papa Juan Pablo II en 1992.
La canonización de Romero fue celebrada por miles de personas que se reunieron afuera de la catedral de San Salvador.