Trump pierde la guerra sexual y gana la judicial
a confirmación del juez Brett Kavanaugh en la Suprema Corte alteró la correlación de fuerzas cuando el Poder Judicial se encuentra en manos de una mayoría de cinco jueces conservadores, del total de nueve –con salarios de 260 mil dólares al año–, lo que explica la feroz batalla que se libró con todo tipo de armas sexuales
que epitomizan la pornocracia de EU (http://bit.ly/2A6O6xv).
El hipotético caso de un impeachment por el Congreso puede ser rechazado por la Suprema Corte, donde Trump cuenta ya con mayoría, de acuerdo con las reglas de la caníbal democracia de EU.
The Wall Street Journal, asociado a Fox News –que apoya a Trump– reveló que las manifestaciones en el Capitolio en contra del nombramiento del mancillado juez Kavanaugh fueron financiadas por el mega-especulador George Soros (https://on.wsj.com/2A7Vf0O).
Sólo Dios sabe si el imputado acosó sexualmente a Christine Blasey Ford hace 36 años, en su época preparatoriana.
Lo que sí sabemos los humanos es que el clan de los Clinton se cobró 20 años después la vendetta de la factura contra Kavanaugh, quien había redactado el caso del vestido azul
de la becaria
Lewinsky.
Se trata(ba) de desprestigiar aún más a Trump y al Partido Republicano como una caterva de degenerados, a unos días de las elecciones intermedias del 6 de noviembre: susceptibles de trastocar los órdenes doméstico/regional/global.
Mucho dependerá qué tanto daño causó la demolición sexual del juez Kavanaugh y del mismo disoluto Trump, quien con tantos escándalos sicalípticos hasta parece estar blindado, como sucedió con Mitrídates, rey del Ponto en 160 AC, quien de tanto ingerir veneno en pequeñas dosis consiguió su inmunidad tóxica.
Estamos a 22 días de saber si la votación favorable para el juez Kavanaugh en el Congreso, con bendición expedita de la FBI, tendrá un efecto desfavorable para el Partido Republicano o, al contrario, repercutirá con un sonoro bumerán.
El Partido Demócrata centró sus ataques en los presuntos acosos sexuales de Kavanaugh –impugnados por el movimiento #Metoo, relevante en el caso del cineasta Harvey Weinstein (http://bit.ly/2A6ZfhM), íntimo de la cábala de los Clinton–, mientras el Partido Republicano se confinó como defensor de la presunción de la inocencia
: inalienable derecho democrático.
Aquí el Partido Demócrata cometió un el error jurídico al pretender que una acusación, sea cierta o falsa, equivale a una condena inapelable, omitiendo la legítima defensa del impugnado.
The Economist, de los banqueros esclavistas Rothschild, dio vuelo al movimiento #MeToo “Sexo y Poder (https://econ.st/2A6Yrte)”, que tiene todos los derechos democráticos para denunciar, pero sin perder de vista los sacrosantos elementos de defensa y de presunción de la inocencia: cuando se puede caer en la ultrajante injusticia de que se es culpable hasta no demostrar que se es inocente.
El 6 de noviembre se reconfigurará la cartografía. Trump, más que su etéreo impeachment, se juega su relección: un verdadero referéndum.
Hoy la sociedad de EU parece dividirse más en una guerra de sexos
que en su verdadera disparidad económica, profundizada dramáticamente.
NYT expone los fuertes lazos de los bancos y las corredurías con los candidatos del Partido Demócrata, según cifras de Center for Responsive Politics, y que han superado a los supuestamente pudientes del Partido Republicano (https://nyti.ms/2QK3NAn).
Los omnipotentes financieros del Partido Demócrata son George Soros, de 88 años, y el judío-episcopalista
Tom Steyer, de 61 años, entrenado en Morgan Stanley y Goldman Sachs, y due-ño de Farallon Capital con 20 mil millones de dólares.
Wall Street también juega con sus supercomputadoras
de High Frequency Trade que pueden redireccionar el voto, como avisó con su abrupta caída de 800 puntos que luego rebotó.
¿Los Demócratas apuestan a las finanzas de Wall Street, mientras los republicanos lo hacen con el petróleo?
Vienen 22 días escalofriantes.