Sábado 6 de octubre de 2018, p. 12
A veces nos cuesta aprender a ganar
, reflexionó ayer Imanol Ordorika, quien fue activista estudiantil en el movimiento de 1986-1987, en el que el Consejo Estudiantil Universitario (CEU) consiguió echar para atrás una reforma en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) impulsada por el entonces rector Jorge Carpizo, que imponía cuotas por servicios en la institución y eliminaba el pase automático, entre otros cambios académicos y estructurales.
En la novena sesión del curso interinstitucional Un siglo de movimientos estudiantiles, celebrado en el Instituto de Investigaciones Económicas, el coordinador del Seminario de Educación Superior de la Universidad consideró que el movimiento del CEU ganó sus demandas, pero ha quedado más o menos borrado de la historia
.
Los estudiantes que hoy participan en el movimiento que inició el pasado 3 de septiembre –cuando un grupo de choque atacó a estudiantes de CCH frente a la Torre de Rectoría– se definen, como se lee en los carteles que llevan en las marchas y protestas que han realizado, como nietos del 68, hijos del 99 y hermanos de los 43
, en referencia a los movimientos estudiantiles de 1968 y 1999, y a los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa.
En el movimiento del CEU, dijo Ordorika, “no hubo muertos, ni ingresó la policía a Ciudad Universitaria, ni quedaron las cuotas o los exámenes estandarizados en la UNAM –como pretendía Carpizo–; sí se modificó el pase automático, pero podemos decir que la universidad de hoy se parece más a la que dibujó el CEU que a la que planteó Carpizo”. Sin embargo, no es una referencia para todos los estudiantes.
Ordorika y Óscar Moreno, profesor del Colegio de Ciencias y Humanidades Oriente y ex activista del CEU, explicaron que se consideran herederos del movimiento de 1968.
En entrevista, Moreno dijo que cualquier ciudadano del mundo puede identificarse como sesentaiochero en tanto haga suyo el compromiso de lucha contra la alienación del 68
. Es su heredero quien resiste, piensa con cabeza propia y no cede ante la despersonalización de la sociedad de consumo dirigido del capitalismo
.
Para Ordorika, ser sesentaiochoero
es tener una vocación muy fuerte para participar y construir, con la idea de que es posible llevar a cabo una lucha de masas de carácter pacífico, reivindicar las formas de organización participativa y democrática en distintos conglomerados sociales y pensar que ningún cambio que pueda ocurrir en el país necesariamente va a venir desde arriba, sino de nuestra capacidad de organización y movilización
.