Miércoles 3 de octubre de 2018, p. 8
Toronto. Cuando Bradley Cooper vio a Lady Gaga interpretando La Vie en Rose en un acto de beneficencia fue el momento
en el camino a A Star Is Born (Nace una estrella), dice el actor. Al día siguiente, fue a casa de Gaga; pronto estaban cantando junto al piano y A Star Is Born nació.
Puede que sea difícil separar las transformaciones –¡Cooper dirige! ¡Gaga actúa!– en la cinta de la fábula misma sobre la fama. Tanto en el proceso creativo como en el producto terminado hay lecciones de oportunidades audaces y de integridad artística, de fragilidad personal y de éxito popular.
Es la cuarta versión de la historia (o la quinta, dependiendo de cómo se cuente). La primera fue What Price Hollywood? de George Cukor en 1932, seguida por un remake de William Wellman (1937). Luego tuvo una con Judy Garland y James Mason (1954) y otra con Barbra Streisand y Kris Kristofferson (1973).
Una nueva A Star Is Born ha estado en desarrollo por dos décadas en Warner Bros., con varias encarnaciones alguna vez planeadas en torno a Will Smith y Whitney Houston, o Beyonce y Leonardo DiCaprio, con Clint Eastwood como director. Cooper había estado en conversaciones para actuar antes de decidirse también por dirigir. Eastwood lo visitó el primer día de rodaje para darle ánimo.
Cooper imprimió su propio sello al filme al rehacer la historia y lanzarse como guionista y director.