Violación calificada
Roberto Javier Calzada Tamez denunció al cura, quien podría pasar 26 años en prisión
Domingo 30 de septiembre de 2018, p. 15
Hace tres años, durante su formación sacerdotal en el seminario de Piedras Negras, Coahuila, a la edad de 16 años Roberto Javier Calzada Tamez sufrió el peor de los ataques de parte de su rector, el sacerdote Juan Manuel Riojas Martínez, mejor conocido como Padre Meño, quien después de una larga lucha judicial ha sido sentenciado por el delito de violación calificada y en grado de tentativa
.
Estoy tranquilo, contento porque se ha hecho justicia, pero es a medias, ahora sigue enjuiciar a su protector y encubridor, el obispo Alonso Gerardo Garza Treviño
, dice en entrevista con La Jornada, periódico que destapó su caso a escala nacional en abril del año pasado.
Durante todo este tiempo, la vida de Roberto Javier, quien abandonó por obvias razones su vocación sacerdotal, dio un giro de 180 grados. Después de la agresión sexual del Padre Meño, solicitó su cambio al seminario de Monterrey, donde sus instructores lo animaron a denunciar la violación, en diciembre de 2016.
Actuar de forma apropiada
En ese momento, el rector Juan Carlos Arcq Guzmán y Anuar Tofic Canavati González, coordinador del Curso Introductorio, escribieron una carta constancia firmada por ellos y el obispo Garza Treviño, cuya copia está en poder de La Jornada, para que actuara de manera apropiada
cumpliendo con el ar-tículo 12 bis de la Ley de Asociaciones Religiosas de México y con la legislación canónica de los delitos reservados a la Congregación de la Doctrina de la Fe.
En lugar de actuar de manera apropiada
, el obispo Garza Treviño, quien ya había recibido denuncias de abuso sexual de parte de otros seminaristas en los últimos 14 años, decidió seguir encubriendo al Padre Meño e intentó obligar a Roberto Javier a firmar una carta que lo eximía de toda responsabilidad judicial.
Fue entonces que el joven seminarista decidió interponer en marzo del año pasado una denuncia penal y la correspondiente ante el nuncio apostólico en México, Franco Coppola, a quien le escribió una carta fechada el 10 de marzo de 2017, cuya copia se encuentra en poder de La Jornada, y a quien contó la entrevista que sostuvo con el obispo para denunciar los he-chos el 20 de diciembre de 2016.
“Monseñor Garza Treviño me pidió jurar ante Dios que le dijera la verdad. Yo accedí a hacer el juramento porque estaba muy consciente de que los hechos descritos eran totalmente verdaderos. Él me dijo que nunca se le había presentado una denuncia de este tipo y que el presbítero Juan Manuel Riojas tenía un ‘99 por ciento bueno y un uno por ciento malo’. Dos veces me pidió perdón en nombre del Padre Meño y de la Iglesia, y me dijo que olvidara estos hechos, ya que pensar demasiado en lo mismo me haría mucho daño y me aseguró que él se encargaría de resolver la situación… que no se lo contara a nadie.”
A partir de entonces la reacción del obispo Garza Treviño fue de-fender públicamente al Padre Meño y permitir que huyera para evadir la acción de la justicia. Cuatro meses después fue detenido –el 19 de agos-to del año pasado–, e ingresó al penal de Piedras Negras, donde se le vinculó a proceso.
Justicia a medias
En 18 meses Roberto Javier ha vivido todo tipo de experiencias difíciles durante el proceso judicial contra su agresor. Fue intimidado, sufrió amenazas y vivió la revictimización que surge en este tipo de proceso de delitos de comisión oculta.
Recuerda que uno de los cómplices de protección al sacerdote pederasta fue su director espiritual en el seminario, el sacerdote Jesús Gerardo Martínez Campeán, a quien le contó los abusos desde un principio y después fue quien intentó convencerlo de firmar una carta eximiendo de responsabilidad al obispo Garza Treviño.
El sacerdote Martínez Campeán fue llamado a declarar en el juicio, pero se negó a aportar información, argumentando que tenía que guardar el secreto de confesión
, un hecho que no se justifica, ya que el año pasado el obispo le pidió a Roberto Javier que permitiera a dicho sacerdote sacar al fuero externo
lo que le dijo sobre los abusos, a lo que el joven seminarista entonces accedió con total voluntad
.
La semana pasada, el juzgado recibió durante más de ocho horas declaraciones y testimoniales de siete testigos, entre ellos el propio obispo Garza Treviño, quien al salir solicitó a los feligreses que oren y pidan mucho
para que se llegue a la verdad absoluta
.
Cambio de actitud
Por primera vez en la historia de Coahuila, el pasado 28 de septiembre fue declarado culpable de violación un sacerdote católico. Según la Fiscalía, el Padre Meño podría recibir hasta 26 años de prisión.
“Ahora toca ver qué pasará con el obispo Garza Treviño. Él trató de ayudar al Padre Meño, siempre lo protegió para que él quedara también limpio de cualquier delito”, dice Roberto Javier.
El viernes 29 de septiembre, el obispo trató de deslindarse de cualquier responsabilidad y a diferencia de antes, que defendía al cura acusado de pederasta, está vez dijo que el Padre Meño ya no podrá ejercer como sacerdote.
El obispo –denunciado penalmente por protección a un sacerdote pederasta– dio a conocer el fallo del proceso eclesiástico que realizó la Iglesia, determinando la pérdida del estado clerical. Mientras, Vanessa Ramírez Rodríguez, abogada del sacerdote sentenciado, dijo que apelará de la decisión y seguirá intentando demostrar la inocencia
de su cliente.
El miércoles 3 de octubre se dará a conocer el alcance de la sentencia contra el Padre Meño y Roberto Javier se muestra tranquilo. Ahora estudia leyes y quiere convertirse pronto en abogado para luchar contra las injusticias.
Quiero seguir adelante, estudiando. Ya no quiero voltear hacia atrás y ver esto que me sucedió. Estoy contento por el resultado que hubo. Me parece justo que lo sentencien a 26 años de cárcel por lo que me hizo. Espero que se quede en la cárcel y no siga haciendo daño a otros niños.