15 de septiembre de 2018     Número 132

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Vigilar que las dependencias prioricen
el combate a la pobreza, la verdadera
tarea de Sedesol: De la Torre

Rodolfo de la Torre, especialista en desarrollo social, platicó con La jornada del campo sobre el viraje que debe dar la política social en el contexto del cambio de administración. Hasta ahora, la política de desarrollo social ha girado en torno de programas asistencialistas que no han logrado disminuir la desigualdad y la pobreza. ¿Cuáles son los pasos que la nueva administración debe dar para transformar esa situación, especialmente en el mundo rural?


Rodolfo de la Torre.

En lo que se refiere a dónde estamos ahora, De la Torre comenta: “En los pasados 25 años no ha habido un crecimiento de los ingresos de las familias en general y particularmente en las zonas rurales. La desigualdad con la cual se distribuye ese ingreso es constante. Parte de esa desigualdad está dada por las diferencias entre zonas rurales y zonas urbanas. Entre la población dedicada a labores agrícolas hay menores ingresos, con respecto a las zonas urbanas. En cuanto a la pobreza, tenemos una historia similar: si bien ha habido algunos progresos, en el largo plazo prácticamente los niveles de pobreza han permanecido constantes y son más agudos en las zonas rurales. Ha habido un cambio importante, hoy hay mayor población en las ciudades, y ahora la pobreza es urbana, pero eso no quiere decir que la pobreza rural sea menos importante, al contrario, sigue siendo más aguda. Éste es el panorama general”.

Los pequeños campesinos ven que la Sagarpa es la secretaría de los grandes productores, en tanto que la Sedesol es la secretaría de los pobres. Piden que esto cambie. ¿Cómo debería darse este cambio? ¿A qué tendría que enfocarse la Sedesol (próximamente, secretaría de bienestar) para dejar de ser la que da recursos a las personas en pobreza para que sigan en esa condición?

“Sí, algo de razón tienen, los subsidios al campo importantes como Procampo se han concentrado en productores con grandes extensiones de tierra. No se ha implementado una política estricta para limitar los subsidios a los grandes propietarios, y termina siendo un esquema donde Sagarpa da recursos en mayor medida a los que no los necesitan y Sedesol, que opera pocos programas, no tiene la fuerza institucional para guiar las decisiones de otras secretarías, llámese salud, educación o agricultura, para atender prioritariamente a las personas más pobres y tiene que hacerlo con sus propios recursos y proyectos, que son limitados. En el futuro se tienen que revisar los subsidios al campo para que se redistribuyan a los productores más pequeños y sobre todo en el sur del país y Sedesol, más que operar programas específicos, tiene que tener fuerza institucional para cambiar la dirección de las políticas de otras secretarías, como salud, educación y Sagarpa”.

¿Hacia dónde orientar el trabajo de la Sedesol?

“Sedesol, en papel, está a la par de las otras secretarías. Sin embargo, se le asigna la coordinación del gabinete social y esto significa dirigir en las otras secretarías la atención a los grupos más pobres. Pero en los hechos no tiene la fuerza para que hagan caso a sus indicaciones. Eso tiene que cambiar y la forma de hacerlo es modificando las facultades legales de la Sedesol para que pueda coordinar efectivamente el gabinete social. Tiene que haber una reingeniería de la política social en donde la Sedesol es el conducto para que otras secretarías hagan su tarea en este tema”.

“Como coordinadora de los esfuerzos del gabinete social, debería garantizar, por ejemplo, que en la secretaría de salud la prioridad fuera la atención de zonas que no cuenta con servicios, las más pobres. Que los programas educativos privilegiaran las zonas con rezago, que se concentra en la educación media superior y el sureste del país. En el caso de los subsidios al campo, que éstos sean progresivos, es decir, que sean proporcionalmente mayores para los productores de menores recursos y menores para los de mayores posibilidades económicas”.

¿Usted ve que este cambio se esté perfilando, que se vaya a dar?

No lo sabemos, la verdad es que no hay algo específico en ese sentido que podamos decir que lo anticipa.

¿Qué debería pasar con los programas actuales, que mantienen a las comunidades en el límite y sin mejorar su situación y sus oportunidades?

“Más que programas específicos por comunidad, hay que ver esto en términos de desarrollo regional. Las políticas públicas del país en general, de forma directa o indirecta, han dado más atención al norte. Esto se ve en el gasto federal y en el gasto público descentralizado: el gasto por persona es igual en cualquier región del país. Los estados del norte tienen mayores posibilidades de generar sus propios recursos para completar los de la federación. Lo que tendrían que hacer, más que revisar programa por programa, es cambiar las fórmulas de asignación de los recursos, en particular de los ramos 28 y 33, para dar incentivos al desarrollo en las zonas más rezagadas. Esta es una visión más de conjunto. Si no arreglamos primero el desbalance regional de las finanzas públicas, poco va a importar el tipo de programas que saquen a nivel local”.

El programa de becas que está anunciando la futura administración, ¿puede realmente abonar a abatir la pobreza o a reducir la brecha de desigualdad? 

Tanto para la escuela como para el empleo han mostrado que son útiles, efectivamente dan incentivos para que se completen más años de escolaridad o para que el primer empleo sea formal. Pero son absolutamente insuficientes. En muchas ocasiones importa más lo que se aprende que tener otro año de escolaridad. Si estos estímulos no van emparejados con una revisión del enfoque pedagógico en la escuela y con la formación de habilidades para la vida, tendrán un efecto muy limitado. Lo mismo en el caso del mercado laboral. Se puede tener entrada a un empleo formal, pero eso no garantiza sostenerse ahí, sobre todo si no aumentan a la velocidad suficiente los trabajos del sector formal. Esto requiere reformular los incentivos a la economía para que se generen más trabajos formales. Por ejemplo, un sistema de seguridad social universal financiado con impuestos generales en lugar de contribuciones obrero-patronales podría abonar a tener un mayor dinamismo del sector formal y la generación de empleos que garantizaría a los jóvenes mantenerse en la formalidad después de recibir una beca”.

¿Qué más se debe de hacer para abordar este tema tan crítico en el campo?

“Hay políticas muy importantes que no dependen solo de nuestro país. Una es la apertura comercial. Estados Unidos y Europa manejan una cantidad extraordinaria de subsidios agrícolas que ponen en desventaja a los pequeños y medianos productores de nuestro país. En la medida que reduzcan el proteccionismo de estos países se pueden abrir oportunidades para que crezca la economía agropecuaria, sobre todo de los productores que hoy están en desventaja frente a otros países. También está la construcción de infraestructura, sobre todo de comunicaciones, para que zonas que tienen desventajas para entrar a los mercados puedan superarlas con carreteras, ferrocarriles, puertos y otras comunicaciones”. 

“Es importante mencionar que hay varios diagnósticos sobre el campo, muchos son coincidentes, pero la administración que va a entrar no ha dado señales claras de qué va a hacer. Ha hablado de la autosuficiencia alimentaria cuando en el mundo, especialmente Naciones Unidas, habla más de la soberanía alimentaria, que es diferente. Tenemos que ver cómo van a interpretar los términos y las experiencias de otros países para llegar a políticas concretas. En estos momentos hay una gran incertidumbre respecto a realmente qué va a hacer la próxima administración”.

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