a más reciente realización del británico Steve McQueen es una clara apuesta por un cine más comercial. Incluida en la sección de las funciones de Gala del festival, Widows (Viudas) es bastante más concesiva que sus primeras películas Hunger (2008) y Shame (2011).
Basada en una serie de TV del Reino Unido, Widows es un entretenido thriller con apuntes sociopolíticos sobre cómo las tres esposas de los respectivos maleantes que murieron al enfrentarse a la policía, se unen para realizar un asalto, pues haber perdido a sus parejas las ha dejado muy mal paradas.
Con un guion del propio McQueen y la novelista Gillian Flynn, la película abre de forma promisoria. La acción se sitúa en Chicago, una ciudad conocida por su crimen urbano, y donde hay una contienda entre dos candidatos a un puesto, uno de los cuales está involucrado con el botín robado por el difunto marido de Verónica (Viola Davis). Comentarios sobre el racismo, la corrupción y el sexismo abundan en lo que ella organiza el golpe que, curiosamente, resulta lo menos interesante del asunto. El director precipita el desenlace como si se hubiera cansado de entrar en detalles. Por eso mismo, abundan los cabos sueltos que quedan sin explicación.
Por otra parte, First Man (Primer hombre), tercer largometraje de Damien Chazelle, es la crónica elegíaca de la carrera del astronauta Neil Armstrong (Ryan Gosling) desde que pilotea jets X-15 hasta que pisa la Luna en la misión del Apollo 11. Con una abundancia de escenas de su vida familiar, que lo mismo revelan lo irreparable que fue la pérdida de su hija Karen, o establecen la devoción de su esposa Janet (Claire Foy). Como se necesita poseer un carácter bien centrado para ser astronauta, Armstrong carece de neurosis que lo hagan complejo. En la taciturna interpretación de Gosling, pareciera un hombre frío sobre todo al explicar a sus hijos los riesgos de su chamba como si fuera una conferencia de prensa.
La cinta cobra vida cuando Chazelle recrea los viajes espaciales como una experiencia inmersiva donde las imágenes y los sonidos remiten a una tecnología incierta, llena de peligros potenciales. Armstrong junto con Aldrin (Corey Stoll) y Collins (Lukas Haas) no estaban seguros que iban a salir con vida del viaje a la Luna. Pese a una música inadecuada de Justin Hurwitz, las secuencias finales del alunizaje sí captan todo el misterio y la dimensión de la hazaña. Todo está visto desde la perspectiva de los astronautas; no hay planos generales de sus acciones, lo cual les confiere una sensación íntima. (Por ahí hubo una controversia en Washington, porque no se ve el momento en que Armstrong coloca la bandera estadunidense sobre la superficie lunar; al parecer, los republicanos son tan tontos que si no ven detalles patrioteros, no entienden las cosas).
En el TIFF siempre queda la canija duda si uno escogió las películas correctas, o si las joyas estaban pasando en otras salas. De cualquier forma, entre los asistentes cunde la impresión que este festival no fue pródigo en maravillas como ha ocurrido en años anteriores. Ya faltan pocos días para modificar dicha impresión.
Twitter: @walyder