Partidos satélite y 4a.T // Adiós a Panal y PES // Reforma política necesaria // Gobernadores con AMLO
yer se formalizó la desaparición de dos partidos siempre prescindibles, Nueva Alianza (creación original del gordillismo, luego recuperada esa organización por el ñoño equipo de Peña Nieto) y Encuentro Social (un partido de base y orientación religiosa, vinculado originalmente a Miguel Ángel Osorio Chong, luego exitosamente refugiado en las toscas aperturas electorales de Andrés Manuel López Obrador).
No habrá manifestaciones ni movilizaciones públicas en demanda de que se mantenga el registro a esos dos partidos. Salvo sus dirigentes, y la estela de intereses y cargos que aún conserven, nadie los extrañará. Desaparecen como aparecieron, en función de proyectos políticos cupulares y en apego a coyunturas específicas de futurismo electoral. Nueva Alianza forma parte del paquete de derrumbe del gordillismo, con Luis Castro, el dirigente formal, pasando de la subordinación total a la traición
a la profesora cuando ésta cayó en prisión. Encuentro Social obtuvo una alta cuota de diputaciones federales gracias al innecesario pacto con AMLO (innecesario en términos de ganancia electoral; ¿necesario en función de reforzamientos conservadores?).
Este tipo de partidos forman parte de la estrategia de las élites del sistema político para dividir el voto de la auténtica oposición (si esta existiera), simular competencia y pluralidad, y convalidar votaciones y decisiones del partido en el poder. Ese cometido lo cumplieron partidos como el Auténtico de la Revolución Mexicana, el Popular Socialista y el Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (matriz de oportunismo de lo que luego serían los Chuchos en el PRD).
Ahora mismo, en el portal de lo que se ha anunciado como una cuarta transformación (4a.T), subsisten partidos sin base social ni definición ideológica y práctica política que les haga distinguibles de las opciones mayores (Morena, PAN y PRI). El de la Revolución Democrática es una caricatura de lo que fue y su perfil ha sido adquirido, casi expropiado, por Morena. El del Trabajo ha sido un membrete para negocios grupales con fraseología de izquierda, con algunos reductos regionales bastante productivos. Y el Movimiento Ciudadano, antes Convergencia, es otro negocio personal o grupal, largamente gerenciado por Dante Delgado, pero ahora sujeto a la fuerza e influencia del grupo jalisciense encabezado por el fluctuante Enrique Alfaro.
Mención especial merece el caso del Verde Ecologista de México, que al igual que el PT y el PES han merecido favores políticos excepcionales por parte de López Obrador. No es necesario esforzarse para encontrar en el historial del Verde múltiples referencias a actos de corrupción y abuso del poder político. Historias de Niños Verdes extorsionadores y también disolutivos de expedientes delictivos relacionados con jóvenes mujeres y fiestas de escándalo. Papi fundador que deja el negocio al hijo que brinca de curules a escaños y al revés. Una pandilla dedicada a exprimir cuanto le es posible del sistema político al que alegremente sirve. Y, ahora, especie protegida por los extraños designios del obradorismo, con el gobernador-senador-gobernador Manuel Velasco Coello como aliado y operador estratégico.
En ese contexto, el canto funerario para dos entes de simulación no es suficiente. La mayoría de Morena en el Poder Legislativo debería impulsar una reforma política en pos de una sana competencia partidista y la mejoría en los procesos electorales y no para garantizar la continuidad del partido que esté en turno en el poder. Además de lo partidista, esa reforma debería abarcar el funcionamiento y financiamiento del instituto y el tribunal electorales.
Ayer a algunos gobernadores les tocó turno de reunirse con López Obrador. Destacó el grupo de norteños, con lo que queda de alguien que en Nuevo León se autodenominó El Bronco y con el chihuahuense Javier Corral, como personajes más notables. Colaboración y entendimiento, anunciaron todos, lo cual no podría haber sido de otro modo.
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