Viernes 7 de septiembre de 2018, p. 4
En cuatro años de actividad la Galería Karen Huber se ha enfocado a la pintura contemporánea.
Sin embargo, ¿cómo abordar hoy el tema de la pintura mural dada la tradición de en esta corriente que posee México?
Cuando el promotor cultural y artista Alejandro Romero se acercó a ese recinto para plantear la idea de una exposición en torno a la obra mural, surgieron más preguntas.
¿Qué pasaría si al hacer pintura mural se transgreden sus principios? Por ejemplo, en lugar de ser en un espacio público estar en uno privado. O en vez de ser permanentes, son efímeros. Luego, ¿qué implicaciones habría desde el coleccionismo o el mecenazgo de Estado?, inquiere Andrea Bustillos, curadora –con Alejandro Romero y Karen Huber– de Murales temporales, exposición colectiva de 10 artistas.
Al seleccionar a los participantes se consideró si habían trabajado el tema del mural. También se indagó la naturaleza de la pieza exhibida: ¿éste es un mural? El día de la apertura de la muestra la obra más cuestionada, según Bustillos, fue la de Luis Hamphire, debido a que es tridimensional.
En entrevista con La Jornada, Bustillos explica que al artista oaxaqueño le interesa ‘‘la pintura expandida, utiliza muchos elementos del collage y que el juego de luz y sombra es una parte esencial. Sin muro no habría sombra”.
Aspectos político y social; nuevos formatos
La obra de la dupla Tezontle más bien es una ‘‘reinterpretación (hecha con hule espuma y latón) de una celosía en la calle República de Uruguay, en un edificio de Banamex, como un espacio mural”.
Hace tiempo Álvaro Castillo, Roberto Turnbull y Rafael Uriegas pintaron al fresco. De los tres, este último fue el único que hizo una obra con esta técnica en el baño de la galería, lo que implicó picar la pared, hacer un aplanado de cal y trabajar antes de que éste se secara. Con el título Casa castillo, llegó para quedarse.
Aunque la pintura mural siempre ha estado supeditada al espacio, Castillo crea una obra que ‘‘juega y rompe con éste”. El muro construido incluye fresco, aunque desde una perspectiva muy personal, pues la cal no tiene color encima.
Turnbull es el único que retomó la idea del muralismo desde los aspectos político y social. La obra Pirámide parte de una lona que el artista halló en un pueblo de San Luis Potosí, en que un grupo de alumnos de secundaria invitan a los de otra comunidad a su ceremonia de graduación. Turnbull fotografió la lona y la imprimió en una segunda que intervino. Para Bustillos es hablar de nuevos formatos.
Benjamín Torres retoma la idea del mural desde el papel tapiz que se relaciona con el ámbito privado. En el área conocida como Project room, Marcos Castro recrea una imagen de la Coatlicue con la finalidad de ‘‘hablar del caos de una noche en que explotó un volcán”. Esta escena figurativa está hecha con gis de colores sobre pintura negra.
Arte callejero; profundidad y composición del conjunto
En el otro lado del Project room, Marco Rountree utiliza técnicas vinculadas al arte callejero, el grafiti, aunque desde una enfoque más decorativo. Emplea hojas de palmas como esténciles. Las aplicaciones geométricas negras dan profundidad y composición al conjunto.
Alejandro Romero, también relacionado con la gastronomía, llevó el piso de su cocina de la colonia Roma a la pared de la galería que conduce precisamente a un área de servicio.
La exposición Murales temporales concluirá el 8 de septiembre en la Galería Karen Huber (Bucareli 120, planta alta, colonia Juárez).