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Vamos por un pueblo sin hambre, orgulloso de sus costumbres y dueño
Cecilia Navarro No sólo el voto urbano y el voto de los estados del norte se volcaron hacia la coalición Juntos haremos historia. También el voto rural tuvo un viraje muy significativo. Considerado el voto cautivo del PRI durante años, en las elecciones del pasado mes de julio las mujeres y los hombres del campo dieron la gran sorpresa dándole su respaldo a Andrés Manuel López Obrador. En esta situación, tuvieron un rol importante las más de cien organizaciones agrupadas en el Movimiento campesino Plan de Ayala Siglo XXI (PASXXI), quienes desde principios de 2018 se organizaron para defender el voto rural. Tres de los líderes del PASXXI nos comparten sus puntos de vista sobre qué sigue y sobre el trabajo que llevarán a cabo para lograr que la nueva administración cumpla los compromisos que firmó con el sector campesino. José Narro, de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala y futuro senador; Rocío Miranda, de la Unidad de la Fuerza Indígena y Campesina, y Arturo Archuleta, del PASXXI en Sonora hablan con La jornada del campo sobre qué sigue en materia de políticas públicas para el sector, qué puede significar para los campesinos y campesinas el contar con un gobierno que se dice comprometido con el sector y cuál va a ser ahora el papel de las organizaciones campesinas. ¿Qué significa la llegada de la coalición Juntos haremos historia al gobierno para organizaciones que año tras año han dejado buena parte de su energía en negociar recursos económicos para sus agremiados? “Inicialmente buscamos que el acuerdo que se firmó se traduzca en políticas y presupuesto para que las políticas públicas se puedan hacer realidad. Por ejemplo, los precios de garantía, rescatar al campo, autosuficiencia alimentaria”, comenta José Narro, quien agrega que hay que impulsar un gabinete en el que haya “gente que genere confianza, que esté comprometida con el campo”. Y acerca de las dudas que el secretario Víctor Villalobos suscita en amplios sectores de la academia, de las organizaciones ambientales y del movimiento campesino, comenta: “Villalobos, me parece bien en general porque Andrés lo avala, pero para muchas organizaciones hay reservas por sus compromisos con los transgénicos, con Monsanto. Él tiene que ratificar su compromiso con un nuevo proyecto que busque sustentabilidad en el campo a partir de las semillas criollas, mexicanas, de buscar variedades más resistentes, con mejores rendimientos, pero semillas mexicanas”. Y sobre otras personas que formarán parte del gabinete, Narro comenta: “Queremos confiar en Víctor, Suárez, Armando Bartra, gente que ha dado lucha por el campo, ellos generan confianza para que los derechos se hagan realidad. Para que lleguemos a un país autosuficiente, soberano con seguridad alimentaria”. Rocío Miranda, una de las mujeres que lideró este movimiento va más allá y se refiere a los derechos de los pueblos y comunidades: “Tenemos un catálogo de derechos irrenunciables, tenemos que irlos trabajando con la siguiente administración. Hemos tenidos reuniones con diversos funcionarios. Lo que sigue es construir el Plan Nacional de Desarrollo, ese fue un mandato que le dio Andrés Manuel en Jerez a Víctor Villalobos, secretario de Agricultura, a quien le dijo que con el PASXXI se iba a perfilar el PND y el plan sectorial para el campo mexicano”. Los puntos que el Plan de Ayala firmó por el próximo presidente incluye son: derecho a la propiedad social, derechos de las comunidades, inclusión de mujeres y jóvenes, derecho al trabajo asalariado. “Para el relevo generacional es muy importante recuperar la pasión y orgullo campesino, vivir dignamente, con precios justos, alimentos sanos para todos, derecho de los jornaleros, de los pueblos originarios. Vamos por la soberanía alimentaria, porque tanto campesinos como indígenas y afromexicanos tenemos el derecho de producir los alimentos que culturalmente requerimos”. Para diseñar la nueva política para el campo, José Narro considera que debe haber un proceso de consulta, “sobre todo con las organizaciones que se comprometieron con AMLO”, a fin de elaborar una política que rescate al campo y garantice autosuficiencia alimentaria y seguridad. Entre los elementos que la nueva política deberá incorporar están: crédito a la palabra para la pequeña agricultura, crédito para el desarrollo para la agricultura comercial; extensionismo rural, transferencia tecnológica, asistencia técnica, real vinculación de las universidades con el campo.
Optimistas, los líderes campesinos pronostican un cambio profundo. José Narro lo plantea así: “Vamos a entrar en una nueva etapa de desarrollo del campo mexicano, vamos a empezar a ir resolviendo el déficit agroalimentario, vamos a lograr que este país sea autosuficiente, soberanía y autosuficiencia, vamos a lograr que el campo deje de ser visto como un campo pobre, de hambre, que es lo que pasa actualmente”. Este cambio y la circunstancia ganadora tuvo que ver con el movimiento campesino Plan de Ayala siglo XXI, enfatiza Arturo Archuleta: “cumplimos la encomienda de nuestros dirigentes nacionales organizando comités rurales y urbanos para la promoción y defensa del voto. Todos los líderes estuvimos trabajando según su experiencia, sus posibilidades económicas y de tiempo. La intervención del Movimiento campesino PASXXI fue básica, pues promovió y defendió el voto y ahí está la gente, esperando qué sigue para dar seguimiento al cambio, al modelo económico y agropecuario que el país necesita. También Rocío Miranda explica que en el área rural hombres y mujeres eran presas de la compra del voto, pero el resultado “deja un buen sabor de boca, los campesinos tienen que ser sujetos políticos”. El PASXXI se había comprometido a que 5 millones de campesinos votarían por AMLO. “El recuento es que 49.4% de los votos del área rural, fueron a favor de AMLO. Consideramos que cumplimos, cumplieron los indígenas y los campesinos en esta posibilidad de transformar el país. En las zonas más alejadas del campo la gente votó por AMLO”. Los retos Entre los retos más grandes, José Narro menciona que es necesario cambiar el código agrario y contar con un nuevo código de procedimientos, pues el que está vigente es privado más que social. “El tema agrario es social, hay que cambiar la orientación en la ley agraria, que se le dé seguridad jurídica a la propiedad social de la tierra y no que sea un mecanismo para despojar y quitar la tierra a los campesinos. Necesitamos garantizar los derechos de jóvenes y de mujeres, hoy excluidos en el campo. Y habría que crear un instituto de desarrollo agrario, hoy lo ve la Sedatu, pero es una secretaria de la vivienda, lo agrario es secundario. Ese instituto debe tener vocación social, compromiso con la tierra, tutelar los derechos de los campesinos. No como pasa actualmente que las instituciones se dedican al despojo, al servicio de mineras. Una procuraduría agraria como la de ahora es facilitadora del despojo, no de la defensa de la protección social de la tierra, en estos sexenios la han desmantelado en funciones, atribuciones y presupuestos”. Y sobre el hecho de un puñado de corporaciones son las grandes beneficiarias del sector agrícola en México, Narro añade: “Vamos a luchar para que los beneficios les lleguen a todos, hoy el presupuesto gubernamental les llega a diez empresas, necesitamos que los apoyos le lleguen a la gente, al campo, no a la burocracia, ni a las grandes empresas. Eso va a cambiar, va a haber desarrollo rural, no de monopolios. A las que han fortalecido es a las importadoras de alimentos, para traer chatarra, se ha sustituido la producción por las importaciones”. Para Rocío Miranda, el tema es reorientar el Programa especial concurrente 2018-2024, “porque existen más de 3 millones de unidades de producción de las que 80% son pequeños productores, se les llama pobres por no tener infraestructura social básica, pero ellos producen. Necesitamos política para que los campesinos más pobres tengan caminos para sacar cosechas, riego, incentivos económicos para producir y créditos blandos para acceder a un nivel de desarrollo distinto. Y necesitamos también una política orientada al mercado interno, que fortalezca la producción de alimento local y para mercados nacionales, sin descuidar el mercado externo que es importante para un sector y trae divisas. Pero la autosuficiencia en granos básicos es fundamental. Y también apoyar sectores como pesca, ganadería, pequeña ganadería de traspatio, apicultura en zonas indígenas y milpa asociada a otros cultivos para las laderas”. Arturo Archuleta comenta que los integrantes del PASXXI “estamos obligados a elaborar un plan de trabajo bastante amplio para cumplir las promesas que ofrecimos a los agremiados y a la ciudadanía y para hacer que las autoridades cumplan con lo que ofrecieron. Además, debemos buscar hacer en las comunidades diagnósticos participativos para saber cuáles son las necesidades más apremiantes”. Otro reto que menciona es el ambiental, hay que hacer crecer el campo, sí, pero “buscando alternativas de sustentabilidad, uso de fertilizantes que no dañen al medio ambiente y a la población”, enfatiza Archuleta y agrega El reto es ser “un pueblo sin hambre, orgulloso de sus costumbres, dueño de sus recursos naturales y reconstruir aquellos que se han deteriorado para heredarlos a las futuras generaciones”. El futuro del movimiento campesino
Sobre qué pasará con organizaciones como la CNC en el marco de esta transición política, José Narro comenta: “Van a cambiar muchas cosas, los apoyos llegarán directamente a productores. Las organizaciones van a tener que hacer trabajo de campo, territorial, impulsar las cadenas productivas y de valor, organizarse para la producción y la comercialización, van a tener que dar el salto a dejar de ser peticionarias y dedicarse a la actividad productividad del campo. De otra forma, perderán su función social. Van a tener que trabajar abajo, con la gente. Actualmente las organizaciones y sus dirigentes se dedican a la gestión, ni van al campo, sólo buscan recibir beneficios, ahora tienen que dedicarse al territorio, organizar a los productores, buscar que el campo vuelva a ganar y deje de estar perdiendo, como pasa ahora. Si no se adecúan van a desaparecer. También Rocío Miranda ve cambios en el movimiento campesino: “El movimiento campesino tendrá que hacer presencia en el territorio de abajo hacia arriba, desde lo productivo, para el diseño de planes de territorio, recuperación de la planta productiva y la independencia económica. Se va a recuperar el orgullo productivo. Pero tenemos que mantener el espíritu crítico, de propuesta de política pública, de ejecución, transparencia, sin clientelismo. Organizaciones, dirigentes, productores y técnicos tenemos que vincularnos con universidades, hacer una gran mezcla de conocimientos aterrizándolos en proyectos estratégicos en las regiones. No va a ser fácil. Tenemos que trabajar para recuperar el tejido social.
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