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Agroecología en la cuarta transformación Francisco J. Rosado, Valeria B. Cuevas, Wilder Camacho, Julio Cámara, Carlos Chacón, Lilia Fraire, Miguel A. Hernández, Rutilo López, Francisco López, Apolinar Oliva, Ramón Mariaca, Carlos Ortiz, David Palma, Octavio Ruiz, Arturo Tello, Laura E. Trujillo
México tiene rezagos en diferentes áreas: educación, derechos, combate a la corrupción e impunidad, salud, energía… y alimentación. Para atender la producción de alimentos se ha hablado de alcanzar la soberanía alimentaria. El modelo de producción alimentaria del país ha descansado, desde hace varios sexenios, en el paradigma de seguridad alimentaria y nutrición, lo que llevó a políticas públicas que favorecieron la investigación e implementación de tecnologías convencionales. Pero, ¿cuál es el éxito en el sector agropecuario cuando nuestro país se ubica en los primeros lugares de obesidad? ¡Esto es desnutrición! El Estado dice que “garantiza” la alimentación y nutrición, pero no dice cómo lo hace ni cuáles son sus efectos colaterales. México no es ajeno a los grandes retos globales relacionados con la contaminación y uso inadecuado del agua; pérdida de biodiversidad; daños a la salud de humanos y animales; erosión de suelos, de tejido social, cultural y de saberes ancestrales; emisión de gases de efecto invernadero; resistencia de hierbas, insectos y patógenos a los biocidas; concentración de ganancias por la producción de alimentos en manos de unas pocas empresas transnacionales; disrupción del tejido social; demeritamiento del papel de la mujer y la familia; dependencia tecnológica, entre otros factores asociados con la producción convencional de alimentos.
En México y en el mundo existe una alternativa real al modelo convencional de producción de alimentos, se llama agroecología, ciencia, práctica y movimiento que nació en Tabasco en el extinto Colegio Superior de Agricultura Tropical con la participación de instituciones como Chapingo, ColPos y UNAM. Agroecología se basa en el paradigma de soberanía alimentaria, cuya implementación no solo cubre la seguridad y nutrición alimentaria, sino que lo hace sin la contaminación ambiental ni la erosión biocultural. Nace y descansa en saberes y conocimientos de las culturas originarias y evoluciona con los avances de la ciencia y la tecnología. Adicionalmente toma en cuenta temas relacionadas con la equidad de género, tenencia de la tierra, seguridad patrimonial, entre otras. Los muchos sistemas agroalimentarios sostenibles en cualquier parte del planeta se basan en principios agroecológicos. Las políticas públicas difundidas por el gobierno recién electo giran en torno a la soberanía alimentaria, lo cual tiene total coincidencia con la agroecología. En forma natural se le debe impulsar si se desea que las nuevas políticas públicas tengan éxito. Quizá los tomadores de decisiones hayan leído lo que en materia de producción sostenible de alimentos publicó El país el 17 de abril de 2018, o La Jornada el 2 de mayo de 2018, o The New York Times el 26 de junio de 2018, o los resultados del 2o Simposium sobre Agroecología organizado por la FAO, abril de 2018, en el que participantes de 72 países concluyeron que la agroecología es la mejor alternativa de solución a problemas globales causados por la insostenibilidad de sistemas convencionales de producción de alimentos. La agroecología merece atención prioritaria por el nuevo gobierno federal.
Para implementar el paradigma de soberanía alimentaria se deben llevar a cabo acciones en diferentes frentes: reunir, articular y generar conocimientos; adaptar la política pública; reformar normatividad; formar recursos humanos de alto nivel técnico y social; recomponer el tejido social comunitario; buscar, encontrar y aplicar procesos viables de conversión de sistemas convencionales a sostenibles; todo ello con el fin de mejorar las condiciones socioeconómicas de los agricultores, de empoderar a comunidades, familias y mujeres, de asegurar producción suficiente de alimentos, condiciones para su distribución y condiciones favorables de mercado, así como asegurar alto nivel nutritivo de los productos y de coadyuvar a lograr las metas de desarrollo sostenible establecidas por la ONU para el año 2030. Enseguida presentamos propuestas en momentos y acciones:
En lo que se refiere a acciones:
La agroecología tiene mucho que ofrecer, pero sus bases pueden tergiversarse. La idea no es simular o cooptar, a la ciencia, a la práctica o al movimiento, sino aprovechar su potencial para atender grandes rezagos y prepararnos para el futuro que demandó nuestro país en las pasadas elecciones federales. La agricultura convencional implica alimento para hoy, pero para mañana hambre, desolación y tejido social roto. La alternativa está en nuestras manos, mentes, corazones… y en la agroecología.
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