A pesar de la participación de Jorge Romero en el cuestionable reparto de los recursos destinados a la reconstrucción en Ciudad de México y del cúmulo de denuncias en su contra, la dirigencia nacional del PAN, que encabeza Damián Zepeda –hombre cercano a Ricardo Anaya Cortés–, cabildea entre sus diputados electos para que éste se convierta en coordinador de la bancada en la Cámara de Diputados.

El impulso del sector anayista a Romero se enmarca en el proceso de acumular el mayor número de piezas clave en la vida interna del PAN, para quedarse con la dirigencia nacional del partido. Anaya conservaría, otra vez, la coducción del panismo colocando en la presidencia a Marko Cortés, quien posee escasa experiencia en las lides políticas, pues de ser asesor legal de la bancada de Acción Nacional en la 67 Legislatura en San Lázaro, mantuvo un ascenso vertiginoso a la sombra del ex candidato presidencial, hasta ser nombrado coordinador en la legislatura que fenece.

En el Senado, el grupo que mantiene el control del PAN colocaría al actual presidente nacional, Damian Zepeda, y por derivación, Jorge Romero se encargaría de conducir a sus correligionarios en San Lázaro. No obstante, aún faltaría la última palabra del club de gobernadores panistas (a la fecha ocho), quienes se han manifestado por echar de la dirigencia del blanquiazul todo lo que huela a Anaya.

Además, en la disputa por la presidencia o la coordinación en el Senado, falta que Rafael Moreno Valle se manifieste al respecto. Y Juan Carlos Romero Hicks también pretende quedarse con la coordinación en San Lázaro.