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El pintor Julián Ceballos Casco retrató ‘‘la horrorosa belleza de la realidad’’
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▲ Trabajos de Julián Ceballos Casco incluidos en la exposición montada en el Centro Cultural del México Contemporáneo, recinto ubicado en el Centro Histórico.Foto Roberto García Rivas
 
Periódico La Jornada
Jueves 16 de agosto de 2018, p. 5

Integrada por 32 obras, entre pintura, autorretrato y escultura, la exposición Julián Ceballos Casco, montada en el Centro Cultural del México Contemporáneo, aloja el quehacer de uno de los fundadores del movimiento Tepito Arte Acá.

‘‘Se trata de exponer su obra, más allá de ser un pintor de Tepito, como creador que manejaba el color. Aquí se exhibe mucho color, con escenas que reflejan algunas de sus vicisitudes, la muerte, la violencia y la pobreza cotidiana en el barrio.”

Casco (1940-2011) tenía una singular manera de alimentarse de la realidad, definió Virgilio Carrillo, productor del colectivo Tepito Arte Acá, el cual tiene en custodia parte de la obra del autor. Lo expuesto incluye algunos de sus viejos trabajos y otros creados poco antes de su fallecimiento, que llevó el título Diálogos con la muerte.

‘‘Toda su vida trató de plasmar las sensaciones, las emociones y los colores, y llevarlas a todos los soportes. Aquí se incluye una puerta (de su casa), la cual pintó de ambos lados. De uno, a una Santa Muerte contemporánea y, del otro, una especie de pirata con muchos ‘monitos’ de las caricaturas para niños.”

Texto de Armando Ramírez

No se sabe con exactitud cuántas obras creó Julián Ceballos; sin embargo, ‘‘su hija ha de tener unos 80 cuadros, además de los que tienen algunos coleccionistas privados”.

Para la muestra Julián Ceballos Casco, el escritor Armando Ramírez, con quien tenía estrecha amistad, escribió: ‘‘Julián Ceballos Casco fue como una tempestad con rayos y centellas, bendito carácter del nabo, anarquista por naturaleza, iconoclasta hasta las cachas, con un vozarrón que le daba para cantar como Elvis Presley.

‘‘Pintor descomunal, torrencial, aunque parezca contradicción bebió de las fuentes de la llamada pintura española y de la acidez y sátira de Francisco de Goya. Cultivó con su talento la horrorosa belleza de la realidad, vista por un artista que le duele la existencia, que la goza y la maldice. Desde jovencito entró a trabajar y aprender con un pintor catalán: Paco Camps-Ribera, quien llegó a México en 1939 de Francia, después de dejar España en 1937”.

Rebeldía y pincel

Casco ‘‘vivía de la restauración de obras de la pintura novohispana en el tianguis de La Lagunilla”, apuntó Ramírez. ‘‘Tipo rudo que en su interior era un pan de Dios. Tipo tierno que expresaba su rebeldía con la violencia del pincel y su carácter agrio que impugnaba el confort de los otros, noble hasta el sacrificio, solidario en secreto, amoroso en la intimidad, exitoso con las mujeres.

‘‘Lo mismo pintaba sobre un lienzo que en un cartoncillo o en la madera de su viejo ropero y las puertas de su departamento. Si dentro del grupo de pintores de los años 70 del siglo pasado hubo uno que elaboraba un lenguaje plástico con las texturas, colores, temas y esencia del barrio, ese se llamaba Julián Ceballos Casco.’’

La exposición Julián Ceballos Casco se puede visitar en el Centro Cultural del México Contemporáneo (calle Leandro Valle 20, Centro Histórico). Concluirá el 31 de agosto.