Querétaro, Qro.

De forma paralela a métodos que funcionaron en el siglo pasado, pero que son costosos por problemas de evaporación y hundimientos por extracción, la construcción de presas subterráneas se erige como alternativa para contar con agua y contener la mezcla con la de mar.

Miguel Álvarez Sánchez patentó el sistema de captación a través de presas bajo tierra, que consiste en recolectar partículas de agua de lluvia en esos depósitos, proyecto que surgió hace 30 años cuando cursaba estudios de geofísica en Japón, y el cual concretó el 10 de abril de 2017.

El sistema consiste en colocar barreras impermeables debajo de la superficie de la tierra para bloquear el flujo natural de la lluvia y captarla en una presa cuando se infiltra, en lugar de dejarla correr a hacia arroyos, lagunas, ríos o el mar.

Para instalar una presa subterránea, primero se debe ubicar un lugar cercano a la localidad o poblado que se quiere abastecer; luego realizar estudios de mecánica de suelos, geomorfología y geología, además de identificar la capacidad de infiltración del agua de lluvia y el periodo de estiaje, así como la cuenca de donde puede correr el líquido.

Si cumple con los parámetros para obtener de 80 a 500 por ciento de la cantidad de agua que demanda el poblado al que quieren abastecer, diseñan los muros y la presa de almacenamiento que dará flujo constante al recurso.

En entrevista con La Jornada, Álvarez Sánchez indicó que es difícil medir el nivel de captación de agua en las presas, porque todo es en función del líquido que entrega la naturaleza, además de tener como limitante la morfología de los sitios, pues deben cumplir con los parámetros para la infiltración.

Para el ingeniero civil, una presa subterránea es de bajo costo a diferencia de una superficial. Señaló que la inversión realizada a la fecha con el proyecto patentado no rebasa 10 millones de pesos.

En el país, ya operan dos presas de ese tipo: una en la comunidad de El Pilón, en el municipio de Peñamiller, Querétaro, y la otra, en una localidad de Guachochi, en Chihuahua.

En el caso de Querétaro, el proyecto se realizó a través de la Comisión Nacional de Zonas Áridas, y da servicio a mil 36 habitantes a lo largo de tres kilómetros.

Aclaró que esas presas no sustituyen sistemas de distribución, como el Acueducto II (inaugurado en 2011), de donde el gobierno del estado, a través de una concesión a una empresa, traslada el líquido desde el municipio de Cadereyta (más de 200 kilómetros) a la capital queretana y que tuvo un costo de 2 mil millones de pesos.