Gran parte del misterio de Lakam’ha (lugar de las grandes aguas) vincula a mayas y mexicas, dijo el titular del INAH
Martes 31 de julio de 2018, p. 4
El entierro de la Reina Roja de Palenque, ataviada con su rico ajuar, por primera vez se recrea en el Museo del Templo Mayor. Ahí, el público ingresa a la cámara funeraria de Tz’ak-b’u Aja, esposa de Pakal El Grande, el más importante gobernante de esa ciudad maya.
La exhibición La Reina Roja: el viaje al Xibalbá, inaugurada por la directora del Templo Mayor, Patricia Ledesma Bouchan, y el titular del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto, resalta los accesorios y las joyas que vestía la sacerdotisa, así como el resultado de las investigaciones sobre la vida del personaje.
En 2015 investigadores del INAH utilizaron técnicas de microscopía electrónica y arqueología experimental con la finalidad de reconstruir el proceso de elaboración del ajuar y lo compararon con el de otras piezas de lapidaria prehispánica del área maya.
La reconstrucción del ajuar completo, así como estudios antropofísicos y antropométricos practicados a los restos óseos de la Reina Roja, permitieron el montaje del maniquí de fibra de vidrio que reposa en la reproducción del sarcófago, en el que están la máscara de malaquita y el collar de la Reina Roja, intervenidos hace unos años por el restaurador Juan Alfonso Cruz.
Los muros teñidos de rojo profundo envuelven la reproducción contemporánea del Templo XIII para exhibir el ajuar con el que fue enterrada hace más de mil 300 años y el sarcófago en sus dimensiones originales. El Templo Mayor, corazón de la gran ciudad mexica, recibe a la consorte maya.
El ajuar de la Reina Roja es la obra estelar para abordar la cosmovisión maya en torno al inframundo. Las tumbas de Pakal y su consorte son las más grandes y elaboradas de Palenque; ambos fueron acompañados en su viaje al inframundo de individuos sacrificados y les colocaron máscaras mortuorias, diademas, cuentas de jadeíta, perlas y hachuelas; además, los sarcófagos fueron pintados de rojo cinabrio.
La exposición incluye dibujos reconstructivos de ese contexto realizados por Constantino Armendáriz, así como fotografías de las piezas que integran el ajuar, una serie de imágenes capturadas por Michel Zabé, recientemente fallecido, quien dejó un legado único en el registro del patrimonio cultural.
‘‘La muerte en la época prehispánica era un paso natural en la transformación de la existencia; el cuerpo se desintegra y el espíritu se dispone a recorrer un largo camino para llegar al Xibalbá, el inframundo maya. El trayecto es largo y lleno de pruebas, que se superan con ayuda de los objetos que acompañan al difunto”, describe el INAH.
Durante la inauguración de La Reina Roja: el viaje al Xibalbá, Diego Prieto dijo: ‘‘Gran parte del misterio que envuelve a la antigua Lakam’ha (lugar de las grandes aguas, en su lengua originaria) llega al recinto original de los tenochcas, vinculando los dos universos simbólicos: el maya y el mexica”.
Los restos del personaje fueron descubiertos el primero de junio de 1994, en las ruinas mayas en Palenque, Chiapas. La osamenta, que ocupaba casi todo sarcófago, revela a una mujer de constitución de media a grácil, de estatura aproximada de 1.54 metros; estaba entre la quinta y sexta década de vida.
La representación de la Reina Roja se exhibió el pasado febrero en la exposición Golden Kingdoms: Luxury and Legacy in the Ancient Americas en los museos estadunidenses J. Paul Getty y Metropolitano de Arte de Nueva York. Tras su estancia en el Museo del Templo Mayor, el ajuar de la esposa de Pakal retornará a su recinto original, donde contará con nuevo montaje para su exhibición, retomando parte de los elementos museográficos presentados en el Templo Mayor.
La muestra La Reina Roja: el viaje al Xibalbá, montada en el recinto de Seminario 8, Centro Histórico, se puede visitar de martes a domingo de 9 a 17 horas. Concluirá el 9 de septiembre.