sta semana da inicio uno de las actividades culturales más esperadas por la cinefilia en Ciudad de México: el Foro Internacional de la Cineteca. En su edición 38 incluye cintas que responden a su vocación original de difundir trabajos alejados por completo de las rutinas de la exhibición comercial, propuestas innovadoras y lenguajes radicales; el tipo de cine que comúnmente sólo es accesible a través del circuito de cine clubes o en el mercado de difusión informal del cine de arte en video. La selección es rigurosa y atractiva, y entre sus títulos destacan El sendero de sueños, de la alemana Angela Schanelec, de cuyo trabajo FICUNAM ofreció ya en 2017 una retrospectiva de ocho cintas; Fátima, del portugués Joao Canijo, asistente de Manoel de Oliveira; la muy perturbadora Caniba, de Verena Paravel (Suiza) y Lucien Castaign-Taylor (Reino Unido); La helada, del lituano Sharunas Bartas, otro favorito del festival fílmico universitario, y las mexicanas Ayer maravilla fui, segundo largometraje de Gabriel Mariño (Un mundo secreto) y Extraño pero verdadero, segundo trabajo de Michel Lipkes (Malaventura). Otras ocho cintas completan el total de 14 trabajos artísticos en la que es, sin duda, una de las ediciones más comprometidas con el cine alternativo y, por lo mismo, más digna de tomarse en cuenta en estos tiempos de banalidad triunfante en las carteleras.

En Extraño pero verdadero, Michel Lipkes acude de nuevo al cinefotógrafo Gerardo Barroso para recrear, en blanco y negro, una sugerente atmósfera de desasosiego urbano. Los talentos creativos de Rubén Imaz y Gabriel Reyes, quienes con el cineasta elaboran el guión, arman una trama más novedosa y compleja que la del debut fílmico de Lipkes, Malaventura (2011), relato muy oscuro sobre el naufragio existencial de un anciano en una larga noche capitalina. Lo que ahora propone el director no es menos sombrío. Dos jóvenes amantes, Jonathan (Kristyan Ferrer) y Yesi (Itzel Sarmientos), recolectores de basura, se extravían en una espiral de violencia a partir del descubrimiento, entre los desechos, del cuerpo de una persona misteriosamente ejecutada. Como ominosa presencia, figura el brutal Maestro Limpio (Luis Enrique Parra), chofer de ese camión de basura irónicamente llamado regalo de Dios, encargado de hacerle la vida imposible al joven empleado y de paso a su compañera, quienes procurarán escapar de esta fatalidad en la más pura tradición de una pareja de antihéroes urbanos. No es un azar que el propio Lipkes admita como inspiración primera para su película aquella obra angustiante de Nicholas Ray, Viven de noche (They live by Night, 1948), con Cathy O’Donnell y Farley Granger. La sugerencia del director mexicano, detectable en una trama en ocasiones confusa, apunta a una visión mordaz y muy certera del grado de descomposición social que se vive a diario en una ciudad acechada por la corrupción y el crimen. Cualquier portada de periódico sensacionalista señala hoy, de modo muy gráfico, la extensión de ese territorio de maldad por que con tropiezos recorre la pareja de protagonistas de Extraño pero verdadero. La imaginación y en ocasiones la experiencia propia del espectador completan el sórdido cuadro que apenas esboza la película. Lipkes se aventura con temeridad y acierto en esta negra cartografía de todos tan temida.

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