Bélgica puede presumir de ser parte de la élite del balompié, tras despedirse del Mundial con un histórico tercer puesto al vencer 2-0 a Inglaterra. La desazón de haber caído en la semifinal no se borra, pero los diablos rojos se van con el orgullo en alto, soprendieron con un estilo fresco y consiguieron su mejor marca en copas del mundo.

El técnico Roberto Martínez demostró que la generación de oro belga está consolidada luego de obtener seis victorias y 16 tantos: sólo Francia fue capaz de derribarlos en la cancha, precisamente en la antesala de la final. Eden Hazard, Romelu Lukaku y Kevin de Bruyne sedujeron a los hinchas durante el torneo con sendos goles y jugadas de magia.

El tercer puesto de cualquier competencia en general no es apreciado: significa haber tenido todo para triunfar y por un fisco perderlo. Pero el equipo de Roberto Martínez puede jactarse de subir al podio, aunque sea en el último escalón, ya que superó al equipo de ensueño de Enzo Scifo, Jan Ceulemans y Jean-Marie Pfaff, en México 1986, que perdió ante Francia en duelo por el tercer peldaño.

En su despedida en Rusia, los belgas mostraron con un par de pinceladas en el San Petersburgo Arena que tenían el talento para más en este Mundial. Thomas Meunier y Hazard prendieron el balón para marcar los goles de un triunfo que concretaron con el dominio en la cancha.

Inexperiencia y desilusión

La inexperiencia y desilusión pesó en la selección de Inglaterra, que en este torneo demostró haber recuperado la agudeza como padre del balompié. Los pross intentaron generar ataque, pero ingenuos, fueron víctimas de la velocidad de los belgas.

Los primeros toques del balón apenas se daban, cuando los diablos rojos impusieron su poderío. Lukaku dio un gran pase en profundidad a Chadli, quien centró desde la izquierda para que Meunier rematara a quemarropa dentro del área.

Los aficionados belgas festejaron con una alegría tímida, les era inevitable emocionarse por ver el balón en las redes, pero les sabía poco.

Desde ese momento quedó claro el guión del partido; pese a tener la ventaja, Bélgica mantuvo la ofensiva. Hazard se mostró efectivo en su papel de conductor y Lukaku muy activo en el frente, aunque sin claridad en la definición.

Poco pudo hacer el goleador Harry Kane, quien pese a no marcar en el duelo de ayer tiene posibilidad de coronarse como la Bota de Oro de Rusia 2018 por los seis goles que anotó en el certamen.

El joven guardameta inglés Jordan Pickford comenzó de a poco a emerger como figura de los pross, porque Bélgica se hacía del control del juego con determinación, limitando los daños en su zona a pesar de dos intentos desviados de Harry Kane.

Más aplomado en la segunda parte, Inglaterra acomodó las marcas y Southgate le dio ingreso a Jesse Lingard y Marcus Rashford por Rose y Raheem Sterling, cambios que impulsaron a los pross y mostraron una mejor versión.

Le pudo disputar la posesión a Bélgica con autoridad y estuvo cerca de abrir su cuenta en varias ocasiones, la más clara cuando el zaguero Toby Alderweireld evitó el gol al barrerse en la línea de meta, después de que Eric Dier le ganó un mano a mano a Courtois picando la pelota.

Molesto por no haber llegado a las redes, Lukaku salió de cambio por Dries Mertens. La dinámica no cambió, los diablos rojos se mantuvieron con el control y el arquero inglés Pickford tuvo que interceder para despejar un remate a bocajarro de Meunier.

Bélgica aprovechó el desánimo de los ingleses y clavó el segun-do tanto al 83, cuando De Bruyne filtró el balón por el costado izquierdo, para que Hazard definiera con un potente disparo pegado al poste.

Los diablos rojos se fueron con el triunfo y ovacionados de sus seguidores. Los jugadores festejaron con poca efusión, sólo el técnico Roberto Martínez celebró de manera explosiva al abrazar al cuerpo técnico: sin importar el contexto, era una victoria.