Viernes 13 de julio de 2018, p. a13
Ataviado de negro para resaltar su dorada trompeta entre manos, Arturo Sandoval flexionó un poco las rodillas, arqueó la espalda, alzó la barbilla al cielo, respiró muy hondo y su aliento convertido en melodía inundó por completo el Metropólitan el miércoles pasado, para no dejar duda de por qué es uno de los mejores del mundo, acreedor de 10 Grammys, seis Billboards y un Emmy.
En compañía de los músicos de su ensamble, el prodigio cubano (La Habana, 1949) soltó por momentos la trompeta para hacer vibrar con la misma agilidad los timbales, las teclas del piano o el teclado, y hasta emitir melódicos sonidos y cantar, aunque reconoció ante el público que nunca ha pretendido ser cantante.
Yo digo las melodías sin voz pero con corazón. Lo más lindo que me dio Dios es poder componer. La trompeta es sólo un vehículo, lo mismo que el piano, y mi legado son mis composiciones
, explicó.
El espectáculo de poco más de hora y media transcurrió entre el sonar de tumbas, contrabajo, saxofón, arpa de boca, guitarra electroacústica, piano, teclados, sintetizadores, panderos y cencerros, instrumentos que también mostraron su versatilidad al transitar con soltura del jazz, a la música cubana, fusiones latinas y hasta al Jarabe tapatío.
En esta producción musical, el habanero viaja por distintos géneros musicales, de la mano de artistas como Plácido Domingo, Stevie Wonder, Celia Cruz, Juan Luis Guerra, Alejandro Sanz, Pharrell Williams, Ariana Grande y David Bisbal.