ras 10 años de no publicar grabación alguna, el cuarteto estadunidense The Breeders, encabezado por la cantante, autora y bajista Kim Deal (ex Pixies) y su gemela Kelley, asombra con un quinto disco de estudio: All Nerve (2018), el cual no ha sido lo suficientemente vitoreado por la crítica, a pesar de ser una chulada que no puede negar la cruz de su consola, ni dejar de sonar quintaesencialmente a Breeders, pero sin repetirse, al traer consigo notables novedades sónicas y composicionales.

Como plus, en este álbum se reagrupan sus integrantes originales, como no hacían desde 1993, con su ilustre Last Splash (en Title TK de 2002 y Mountain Battles de 2008 estuvieron las dos hermanas con otros músicos): regresan Josephine Wiggs y Jim McPherson. Para darle caché actual, invitan en la afilada Howl At The Summit a la joven australiana Courtney Barnett en los coros. Y desde la realeza del grunge, el mismísimo Steve Albini (ex Black Flag, afamado por producir álbumes de Nirvana, Pixies, Mogwai, Godspeed You! Black Emperor, PJ Harvey, entre muchos otros), participa en grabación y mezcla.

En días de revival gronchero entre veinteañeros, All Nerve llega como anillo al dedo, sin sonar decididamente retro-90s, salvo en temas como el gran sencillo Wait in the Car. Es de subrayar la madurez de las Deal en la construcción de los temas, cuyas estructuras se han tornado más complejas, además de incluir pasajes sónicos ambientales, expansivos, antes poco explorados: menos riffs machacones al frente; guitarras que aportan más textura que rasgueos salvajes, con la pasión intacta, a pesar de los años. Buenos ejemplos son Spacewoman, Walking With a Killer y Skinhead #2.

Es notorio que, ajenos a la velocidad comercial de la industria, se tomaron su tiempo para que las canciones tardaran lo necesario para estar listas, con algo nuevo que aportar, antes de editar por editar.

Y aunque es un disco lleno de vitalidad, más que destilar armonías felices, arroja melancolía distorsionada, con amplios espacios instrumentales. Curiosamente, el destello creativo y melódico aparece sobre todo en los temas suaves, que poco a poco van estallando, y en aquellos tracks donde buscan hacer algo nuevo, como ocurre con MetaGoth, en que Wiggs canta por primera vez, además de sonar a post-punk oscuro, inusual en la banda; o con Dawn: Making an Effort, un tanto post-rock, bellísima.

Con la esperanza de que vuelvan a México con este disco, All Nerve es fiel a su título: sincero y vehemente, el equilibrio que logra entre rudeza y espíritu vulnerado, es lo que le da fuerza y total vigencia.

Tropicalia. 30 años. Rap existencial.

Viernes 29. 1. Para celebrar 30 años como banda, Fobia interpretará sus mejores temas en el Palacio de los Deportes, con la alineación de mediados de los 90 (Leo de Lozanne, Paco Huidobro, Cha!, Iñaki y Jay de la Cueva). El caso de estos capitalinos es especial, pues en sus inicios no los alumbró el reflector masivo, apartados del rock nacionalista enarbolado por grupos como Caifanes, Maldita Vecindad o Café Tacvba. Pero el tiempo cambió la perspectiva: su pop rock con influencia del britpop, sin miedo a los sonidos divertidos, apegados más a la imaginación y el mundo interior, hoy día suena fabuloso, atemporal, en álbumes como Mundo Feliz (1991), Leche (1993), Amor Chiquito (1995) o Rosa Venus (2005). Mucho mejores cada uno en su instrumento, vuelven con gloria renovada. 20 horas, $315 a $1600. 2. Gastón Espinosa, mejor conocido como LNG/SHT (long shot) es uno de los artistas jóvenes mexicanos más exitosos hoy día, sin mayor marketing que el boca en boca. De Cancún, abogado de oficio, lo dejó para rapear sobre sus azotes existenciales. Su gran identificación con la chamaquiza se debe a la gracia con que cuenta historias, su buen manejo del lenguaje, lo divertido, creativo, taciturno y cotidiano de sus letras. Fan de Joaquín Sabina, a su coolness se agregan los ricos sampleos funkies de su compa Cat Scratcho. El Plaza (Juan Escutia 4, Condesa); 21 horas, $315 a $377 (boletos casi agotados: recién se liberaron algunos).

Miércoles 4. De São Paulo, Os Mutantes, fina banda histórica de la Tropicalia de los años 60, vuelve a México con todo su sonido brasileiro, fusionado con rock psicodélico y contemporáneo. En activo de 1968 a 1976, y de regreso a escenarios desde el año 2000, obligado será verles, si se ama la música de aquel país. El Plaza (dirección citada). 21 horas, $810 a 970 (más conciertos: www.patipenaloza.blogspot.mx).

Twitter: patipenaloza