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El buquimista, odisea y homenaje a las librerías de viejo

Filme de Gibrán Bazán; se exhibe en la Cineteca Nacional y Cinépolis

Foto
▲ JC Montes Roldán hace el papel de Lucien, amargado y nostálgico librero que intenta resucitar a su esposa con fórmulas esoterico-matemáticas.Foto Fotograma del filme
 
Periódico La Jornada
Viernes 29 de junio de 2018, p. a13

Como un homenaje a las llamadas librerías de viejo, establecimientos que están ya dentro de las especies en peligro de extinción, y desde luego a sus valiosos y venerables ocupantes: los libros, Gibrán Bazán presenta El buquimista, filme sobre un amargado y solitario librero francés de ediciones raras y antiguas que intenta revivir a su difunta esposa mediante la aplicación de fórmulas esotérico-matemáticas encontradas en un deshojado cuaderno.

La considero una odisea poco inusual que retrata a los inmigrantes que vienen a México a construir sus vidas, refiere Bazán en la presentación a los medios en la Cineteca Nacional de su segundo largometraje, luego de Generación Spielberg (2014), que tuvo una recepción entre los asiduos a la pantalla grande y recorrió una docena de países con proyecciones especiales en Cannes y Venecia.

Reflexión del duelo

Hablada en francés y español, Bazán, quien dijo deber su inclinación cinematográfica a que fue vecino del ya desaparecido, pero inolvidable cine Lido, luego remodelado y rebautizado como Bella Época, construye una reflexión acerca del duelo, del proceso que experimentan los humanos ante la pérdida de un ser querido, y profundiza en la psique del protagonista, papel encomendado a JC Montes Roldán, quien da vida a Lucien, el mismo que se siente observador de su propia locura.

La historia, de acuerdo con Bazán, comprador contumaz en las viejas librerías del Centro Histórico, y poco asiduo a visitar las de cadenas, está basada en hechos reales que le sirvieron para escribir un cuento hará unos 15 años, y está narrada, agrega, en forma íntima y muy cercana, en primera persona, a manera de monólogo; pretende, dice, intoducir al espectador en el universo rutinario, melancólico y bohemio de Lucien, envuelto en humo de cigarrillo, el aroma de café recién hecho y los acordes de discos de jazz de Thelonius Monk y Dizzy Gillespie, que pone en el reproductor Casildo (Amador Torralba), su solícito ayudante, quien es de talla pequeña, y arropado por la calidad de cientos de libros, pero perdido en su soledad y en el vacío de la ausencia, obsesionado con los recuerdos de su esposa, a quien no ha podido olvidar.

La fotografía está a cargo de Ingmar Montes, quien así hace su debut en largometrajes y que confiesa que fueron de esfuerzo titánico los 17 días de rodaje, pero que logra aquí un buen trabajo en las tomas de la librería −la muy conocida El Ático, en la calle de Álvaro Obregón− y las vistas de los alrededores de la colonia Roma y parte de la Condesa.

Ellen (Adriana Figueroa) es la coprotagonista, quien le vende a Lucien una vasta biblioteca que dice perteneció a un tío, pero que en realidad fue de su padre, y se convierte en la amante del librero tras llevar una extraña y sórdida condición de masturbadora profesional en la oscuridad una sala teatral.

Egresada de la Casa Azul y del Centro de Educación Artística, Figueroa también hace su presentación en películas luego de una carrera enfocada en el teatro desde hace mas de 10 años.

Giovanni Buzzurro, tuvo a su cargo la música. La cinta estará en salas de la Cineteca Nacional y el circuito Cinépolis a partir del 13 de julio.