Cuatro décadas de marcha arcoíris
El orgullo gay toma Reforma y reitera demandas
Domingo 24 de junio de 2018, p. 32
La marcha del orgullo LGBTTTI (lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual) que ayer desbordó el Centro Histórico de la capital en realidad fueron dos marchas: por un lado, la de quienes se regodearon con el ánimo festivo de celebrar su derecho a estar ahí, sin sentir vergüenza de quiénes son, pero también se hizo presente la voz de quienes advierten que la violencia y la discriminación siguen marcando la vida y la muerte de quienes se atreven a no ser heterosexuales.
Desde temprano, miles de personas de todas las edades –sobre todo jóvenes– tomaron Paseo de la Reforma desde la glorieta del Ángel de la Independencia con banderas arcoíris, representativas de la diversidad sexual, en un ambiente de alegría y festejo.
Por todos lados se veían pelucas multicolores, pestañas postizas, collares de cuentas y de flores, coronas y disfraces llenos de fantasía; no faltaban unicornios, marineros, charros a caballo, Blancanieves sin enanos, auténticos muxhes del Istmo de Tehuantepec, superhéroes salidos de las páginas de un cómic y amantes del cuero y los estoperoles.
En la marcha que conmemoró las cuatro décadas de estas movilizaciones por la diversidad sexual en Ciudad de México, uno de los elementos más vistosos –como todos los años– fueron los carros alegóricos, llenos de gente bailando y celebrando, al son de diversos ritmos, y en los cuales destacaba claramente la presencia de varias marcas comerciales.
Un rasgo distintivo de la caminata de este año es que sus participantes coincidieron en Reforma con miles de aficionados de la selección mexicana de futbol, quienes celebraban el triunfo de este equipo sobre el de Corea del Sur en el Mundial de Rusia 2018. Muchos de los presentes festejaban ambas cosas: los goles y la diversidad sexual, sin contraponer unos con la otra.
Sin embargo, esta convivencia no fue tan pacífica en ciertos momentos. Algunos hinchas al encontrarse con los contingentes de la marcha LGBTTTI emitieron el grito homofóbico que ha generado tanta controversia, pero la provocación sólo encontró un silencio indiferente.
Discriminación y asesinatos
Lejos del ánimo festivo de una parte de la marcha, algunos de los asistentes destacaron que los derechos de las personas LGBTTTI siguen sin ser una realidad para muchos, y el reflejo es que a cuatro décadas del inicio de estas movilizaciones, demandas principales como no ser discriminados siguen sin cumplirse.
Marisol, mujer trans de 74 años de edad, y su esposo Rubén, de 60, han asistido juntos a esta manifestación desde hace más de una década. Aunque la comunidad ha conseguido mayor libertad, queremos que nos dejen vivir nuestra vida porque nosotros no nos metemos con nadie
, señalaron.
Eloisa Nieto, originaria de Morelos, acompañada de su hermana Magaly, resaltó que en los estados la situación que viven las personas LGBTTTI es diferente. En la ciudad puedes gozar de muchos derechos, pero en provincia no. Se carece de información sobre las garantías que tenemos y la gente te sigue viendo mal
. Además, los crímenes de odio persisten, dijo.
A 40 años de la marcha en Ciudad de México, tenemos pendientes. Seguimos resistiendo
, dijo Ilsa Aguilar, mujer trans.
Familiares de Rubén Estrada Alemán, activista LGBTTTI asesinado en Guerrero el domingo pasado, acudieron a esta manifestación para exigir justicia. Gerardo Carranzas, tío de Rubén, señaló que su sobrino –junto con Carlos Uriel López González y Roberto Vega Arroyo– fueron vilmente atacados
por la delincuencia que impera en la entidad. Exigimos que no queden impunes los asesinatos y respeto a la diversidad sexual
.
Michel –joven estudiante vestido con medias negras y tacones– sostuvo una pancarta que destacaba que el machismo y la intolerancia generan un clima de impunidad donde él podría ser la próxima víctima y lamentaba que la marcha del orgullo esté siendo coptada por marcas comerciales, a la vez que se queda sin contenido político.
Si un chico de 16 años se puede besar aquí con su novio, todo vale la pena, pero hay una mercantilización del movimiento. Los organizadores lo venden como botín al mejor postor y se está perdiendo la cuestión política. La marcha empezó como un acto para oponerse al sistema y ahora se volvió un desfile de marcas
, deploró.
Una nota negativa en la marcha fue la denuncia hecha por algunos manifestantes que aseguraron haber sido detenidos por la policía en las inmediaciones del Zócalo por tomar cerveza durante la caminata, pero no por la falta en sí misma, sino como estrategia de los uniformados para obtener dinero.
Una de las afectadas por esta medida fue la periodista Elia Baltazar, quien contó en entrevista que ella y una amiga fueron detenidas y llevadas al juzgado cívico, donde fueron intimidadas para obligarlas a pagar una multa de mil 700 pesos cada una, cuando muchos otros participantes en la marcha también habían tomado cerveza.
Luego de más de cuatro horas de caminata, los manifestantes arribaron al Zócalo, donde la jornada concluyó con la presentación de diversos cantantes, entre ellos Liz Vega, Fey y Las Reinas Chulas.