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¿La Fiesta en paz?

Emocionante y torera fue la novillada en La Florecita

E

l cuarto y último festejo en la plaza La Florecita, de Naucalpan, estado de México, organizado por la empresa Feria Toro, del matador en retiro Jorge Benavides Cúchares y José Luis Alatorre, se celebró el domingo 10 de junio con la novillada de triunfadores, en la que alternaron Francisco Martínez, de San Miguel de Allende, y Héctor Gutiérrez, de Aguascalientes, que cortaran oreja en el primer festejo; el mexiquense Sebastián Ibelles, triunfador en Los Azulejos, y Roberto Román, también hidrocálido, que se llevó un apéndice en la novillada anterior, para lidiar una señora novillada de San Marcos, con edad, trapío y exigencias de edad con bravura.

Abrió plaza Soñador, con 435 kilos, al que Francisco Martínez recibió a portagayola luego de una espera de rodillas que se hizo eterna. Novillo muy fuerte, bizco del derecho (trayectoria del cuerno más baja que la del otro), cogió a Martínez al intentar el segundo farol. Sin mirarse la ropa, lanceó con calidad a la verónica. Brindó a sus alternantes y a base de colocación, aguante y temple estructuró una faena sobria de tandas por ambos lados, con valor y verdad, a un novillo con transmisión. Tras una estocada casi entera, recibió merecida oreja.

Ilusionado, de 457 kilos, otro ejemplar muy serio, tocado del derecho (una de sus astas ligeramente más baja que la otra), claro en su embestida y con recorrido, correspondió a Héctor Gutiérrez, que empezó con minitandas hasta que la calidad del burel lo animó a prodigarse en series hasta de seis muletazos. Dejó una entera desprendida y cortó oreja.

Esforzado, con 470 kilos y también bizco del derecho, fue para Sebastián Ibelles, que se ajustó en verónicas antes de que el de San Marcos se arrancara de largo y con mucha fuerza al caballo de César Morales, que prendió en lo alto pero no logró contener aquel huracán y fue desmontado. Colocó una segunda vara, en corto. Con valor y afición, este Ibelles acusó la falta de rodaje –tres tardes este año– y realizó una faena entre altibajos. Dio una vuelta y otra con el picador César Morales.

Cerró plaza Empeñoso, con 465 kilos, alto, feo de hechuras y con las peores ideas, que tras dos varas convirtió el ruedo en un herradero. Pero Tomás Román no especula, se entrega, y fue arrollado en tablas al intentar una larga, luego en un pase y luego en otro, hasta sumar cuatro revolcones con fuertes golpes, y en el ínterin muletazos dramáticos sin pestañear a un astado geniudo que nunca humilló. Román no cortó nada, pero hecho un santocristo escuchó gritos de ¡torero!, al dar una sentida vuelta por su entrega. La empresa designó triunfador del serial a Héctor Gutiérrez y el ingeniero Alberto Narváez, propietario de La Florecita, anunció que el jurado otorgó el premio al mejor puyazo al joven Daniel Morales, el mejor par de banderillas a Fernando García hijo, y el mejor quite a Héctor Gutiérrez por garbosas saltilleras.