El papa Francisco llamó a destruir el muro de la complicidad cómoda y muda que se alza contra los migrantes, el cual agrava su desamparo, en un texto leído por uno de los colaboradores del pontífice durante un coloquio de alto nivel entre México y el Vaticano, en el cual participó el canciller Luis Videgaray.

En la inauguración del encuentro, el secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, Paul Richard Gallagher, leyó el mensaje escrito por el pontífice, con motivo del 25 aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con México.

En voz de Gallagher, Francisco animó a ambos países a continuar trabajando en la defensa de los derechos humanos de los indocumentados, así como fortalecer y renovar sus vínculos de colaboración para “seguir trabajando conjuntamente en favor de los necesitados y descartados de nuestra sociedad.

Me gustaría animarles en su tarea para que la responsabilidad de la gestión global y compartida de la migración internacional encuentre su punto de fuerza en los valores de la justicia, la solidaridad y la compasión, indicó el jerarca católico.

Para lograr este objetivo, el Papa convocó a un cambio de mentalidad, para no considerar al otro una amenaza, sino apreciarlo como alguien que, con su experiencia de vida y valores, puede aportar mucho y contribuir a la riqueza de la sociedad. De igual forma, apoyó los esfuerzos de la comunidad internacional para la firma de dos pactos globales: uno sobre refugiados y otro sobre la migración segura, ordenada y regular, que México incluye entre sus prioridades de política exterior.

En un comunicado, la cancillería señaló en un comunicado que el gobierno mexicano y el Vaticano trabajan de manera conjunta para lograr que en el seno de la ONU se pueda aprobar este año el Pacto Mundial sobre Migración, que sería el primer instrumento de gobernanza global en esta materia.

Videgaray, destacó el compromiso de su país con la defensa de la dignidad y los derechos humanos de los migrantes, sin importar su situación jurídica. El Vaticano y México creemos que los derechos humanos y la dignidad de las personas deben respetarse por encima del estatus legal que tengan en el país en donde se encuentran, señaló.